El Proceso Creativo

Todos necesitamos de un proceso que pone a la mente en el confort necesario para gestar las ideas más genuinas. Para ello, se requiere de un estímulo sensorial que activa esa parte del cerebro capaz de transformar energía en creatividad.

Ese estímulo puede ser un árbol de Navidad encendido, una taza de café caliente, ponerse unos calcetines de estambre, un simple vaso de agua, música clásica, música con audífonos, silencio total, encender incienso, salir a caminar, buscar inspiración en internet, contemplar la ciudad desde un roof garden, correr en una caminadora, conducir un auto, tomar una ducha, disfrutar un té verde, sentarse en un escritorio, usar papel y lápiz, usar una laptop, usar una tablet, usar un celular, desnudarse…

Instalarse en un Starbucks, encender velas, luz brillante, luz tenue, sentarse a ver gente, tener contacto con la naturaleza, cocinar, buscar a alguien para desarrollar la idea, tronarse los dedos, acariciarse el pelo, o alguna otra manía, estar descalzo, sentarse en una sala, tomar el sol, encerrarse en un cuarto, fumarse un cigarrillo, beber un trago, consumir alguna droga, utilizar un bolígrafo especial, tomar un viaje, cerrar los ojos, meditar, rezar, cantar, bailar, nadar, estirar el cuerpo, abrazar un peluche…

Cada quien crea su propia atmósfera creativa -a veces subconscientemente- en la cual las palabras, números, melodías, movimientos, estrategias, formas, colores y sabores, se juntan para nacer en una sola esencia.

¿Cuál es tu proceso?

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