Elena Isinbayeva sufrió el último salto de la cubana Yarisley Silva

Con los ojos cerrados, y de espaldas al listón, Elena Isinbayeva sufrió el último salto de la cubana Yarisley Silva, deseando no oír esas tres notas perfectas que indicaban que la saltadora saldría propulsada hacia el cielo por encima del listón.

Y al no oírlo, al no percibir entre el estruendo ambiental el pa-pam-cliiiiinck, la señal de que la cubana, su última rival viva, había fallado en su último intento, corrió Isinbayeva loca como una chiquilla que sale al primer recreo de su vida, y saltó y botó, y lloró.

Fue la atleta de Volgogrado, antiguo Stalingrado desangrado, la chica feliz del póster, la imagen viva y saltarina de todos los cartelones que decoran la ciudad, una figura volando sobre una pértiga curva y una coleta trenzada cayendo perpendicular de su cabeza.

Fue un acto de justicia poética que el atletismo rindió a la atleta que hizo grande a la pértiga y que había anunciado la víspera que se tomaría un par de años de respiro para ser madre y que volvería para los Juegos de Río 2016: campeona del mundo en el estadio Luzniki, el templo del atletismo en su país, en la madre Rusia. A la diva Isinbayeva, de 31 años y 28 récords del mundo batidos en su capazo, dos títulos olímpicos y dos títulos mundiales hasta antes de este jueves, le faltaba este broche de oro momentáneo, el tercer Mundial que borraría además la decepción del bronce olímpico en Londres.

Fue, sobre todo, el final de una hermosísima batalla sin cuartel entre las tres mejores pertiguistas de la historia, lo que dio más significado aún a la victoria de Isinbayeva, porque en el Moscú cálido y ruidoso pelearon contra la rusa con todas sus fuerzas y en su mejor condición la norteamericana Jennifer Suhr, la heredera designada, la que se llevó el oro en Londres y la otra única pertiguista que ha pasado de cinco metros, y la cubana Yarisley Silva, la plata en Londres, que ha saltado 4,90m, y es como una Shelly Ann Fraser en saltadora: baja y bola de músculos, dinamita, fuerza y velocidad. Suhr, muy segura en las primeras alturas (4,55 y 4,75m, a la primera), llevó el mando sobre Isinbayeva, que con una pértiga blanda falló en su primer intento a su primera altura, 4,65m.

 

Fuente: El País