En Nebraska, Kendra Jackson, una mujer de 52 años, pasó dos años creyendo que tenía gripa, cuando en realidad sufría de una ‘fuga’ de líquido cefalorraquídeo.
La causa de esta ‘fuga’ de líquido fue un accidente automovilístico, en el que se golpeó el rostro contra el tablero de su automóvil, de hecho, el impacto fue tan fuerte que le comenzó a provocar migrañas.
A causa de este accidente se formó un pequeño orificio en la base de su cráneo, que dejaba escapar medio litro de líquido cefalorraquídeo al día.
Poco tiempo después de descubrir que se trataba de este líquido, Kendra se sometió a una cirugía en la que se tapó el orificio con tejido de la nariz y el abdomen.