Encinas, entre la legitimidad y la legalidad

A mediados de noviembre de 1999, a pesar de que sus adversarios en el PRD, Demetrio Sodi y Pablo Gómez pusieron en entredicho la “residencia efectiva” en el Distrito Federal de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el partido del sol azteca eligió al tabasqueño como su abanderado para la contienda por la jefatura de gobierno del DF de 2000.

En un acto de cinismo, López Obrador exhibió su credencial de elector de Tabasco el día de la elección primaria del PRD, pues como no apareció en el padrón perredista tuvo que afiliarse en el momento.

Para dar por terminada la polémica sobre la imposibilidad de contender por la jefatura de gobierno que sus propios correligionarios comenzaron, AMLO exhibió una denuncia que interpuso ante la PGR en 1995 por presuntas irregularidades en la campaña de Roberto Madrazo; su domicilio fue Monterrey 50, colonia Roma, la dirección de su partido. Finalmente, López Obrador “acreditó” su residencia en el DF con la propiedad de un departamento en Copilco.

Hoy se repite la historia. El protagonista es uno de los más allegados a López Obrador y quien fuera su sucesor en la jefatura de gobierno del DF: Alejandro Encinas Rodríguez, político mexicano nacido en el Distrito Federal el 13 de mayo de 1954. Además de que en el 2000 fue candidato a la Jefatura Delegacional de Álvaro Obregón, cargo que perdió frente al PAN, en su trayectoria política, Encinas ha sido diputado federal en tres ocasiones.

La última vez, Encinas fue electo como diputado plurinominal en julio del 2009 por la cuarta circunscripción que abarca el DF, Guerrero, Morelos, Puebla y Tlaxcala. Para esa elección, el ex jefe de gobierno emitió su voto el 5 de julio del 2009 en la casilla 689 localizada en la calle Corina, colonia del Carmen, en la delegación Coyoacán del Distrito Federal.

Incluso, en noviembre pasado, el ungido por López Obrador como pre-candidato a la gubernatura mexiquense declaró:

“me gustaría ser gobernador del Estado de México. Tengo el 40 por ciento de las preferencias, pero la candidatura estaría vulnerable por la residencia”.

Ahora insiste en que tiene residencia en Texcoco, Estado de México, desde 1979 y que sí cumple con los requisitos.

Lo cierto es que el artículo 68 de la Constitución del Estado de México establece que para ser Gobernador se requiere:

Ser mexiquense con residencia efectiva en su territorio no menor a tres años o vecino del mismo, con residencia efectiva en su territorio no menor a cinco años, anteriores al día de la elección.

Se entenderá por residencia efectiva para los efectos de esta Constitución, el hecho de tener domicilio fijo en donde se habite permanentemente.

Si en 2006 López Obrador acusó a Felipe Calderón de “presidente espurio” y se autonombró “presidente legítimo”, no descartemos que ahora Alejandro Encinas se suba al tren de la “legitimidad” menospreciando la ruta de la legalidad.

Y es que legitimidad y legalidad son caminos que no siempre conducen al mismo destino. Para los entendidos, lo que es legal no es necesariamente legítimo, pero lo que es legítimo invariablemente debe ser legal. Cuestión de objetividad (legalidad) y subjetividad (legitimidad).

Como advierte el investigador Raúl Trejo Delarbre:

Segregar a la legitimidad de la legalidad puede convertirse en una manera de decir que las leyes no nos gustan (…) Legítimo significa, diccionario dixit, “conforme a las leyes” (…) Legalidad es un término inequívoco pues tiene como parámetros a los ordenamientos jurídicos. A la legitimidad, en cambio, suele sometérsela a la apreciación discrecional de cada quien.

En conclusión, una fuente obligada de legitimidad es la legalidad. La pregunta sería ¿Cuál será la apuesta de Alejandro Encinas? ¿Estamos frente un candidato en ciernes que aspira a ser legítimo pero que desprecia la legalidad?