El ex presidente colombiano, Ernesto Samper, publicó hoy en el periódico español El País, un texto titulado “La ‘colombianización’ de México”. No es porque haga revelaciones sorprendentes, o porque tenga un punto de vista interesante por lo que lo deben leer. Hay que leer a Samper por dos razones: 1) Es lo que todo el mundo está comentando hoy, y si no lo lees, te vas a quedar fuera de la conversación. 2) Tiene algunas frases en su artículo que es interesante analizar.
“A partir de la Constitución de 1991 la clase dirigente colombiana asumió de frente el combate del narcotráfico y sus secuelas como una política de Estado que, independientemente de cualquier consideración ideológica, debería comprometer a todos los Gobiernos en la erradicación de estas organizaciones criminales”.
La palabra comprometer es la clave aquí. De nada sirve una lucha contra el crimen que dure seis años, sino que hay que darle continuidad. Se deben encontrar los mecanismos que obliguen a los siguientes gobiernos a continuar con la lucha; a estas alturas, ya es imposible regresar a un “pacto de neutralidad”, como algunos sugieren, por lo que tenemos que entender que esta lucha tiene que seguir por muchos años.
“Aunque el presidente Calderón ha declarado la guerra a los poderosos carteles de la droga en México, existe la percepción afuera de que esta lucha la está librando solo ante la mirada crítica o escéptica de muchos sectores que piensan que se trata de una política del Gobierno que no los compromete”.
Este es, a juicio personal, el mayor error del presidente Calderón: emprendió solo la lucha contra el crimen organizado, sin consenso de los gobernadores ni de otras fuerzas políticas en el país. Hace unas semanas convocó a los Diálogos por la Seguridad, pero lo hizo cuatro años muy tarde. Además, la sociedad civil se ha mantenido completamente ajena al problema, no se ha involucrado para nada; ¿será porque no los han involucrado para nada?
Más allá de si estamos o no de acuerdo en cómo se han hecho las cosas desde el Gobierno Federal, tenemos que admitir que ya no hay vuelta atrás. Es necesario continuar con esta guerra, porque nos hemos quedado sin alternativas; pero también es necesario llevar a cabo otras acciones para que la violencia, y el costo en vidas humanas, sea el menos posible.
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