¿Es la tensión precoital puro instinto?

¿Es la tensión precoital puro instinto? ‘Para nada’, precipita su respuesta el psicólogo Vicente Briet García. ‘Sobre todo, porque sexo y coito no son necesariamente sinónimos.’

En el ser humano la respuesta es sutil y primorosamente condicionada por las experiencias previas o por pautas sociales y culturales a la hora de destensar los resortes sexuales y dejar que el cerebro libere dopamina en cantidades generosas; más si el deseo es correspondido.

Con tanta actividad no es extraño que hombres y mujeres necesiten al menos diez minutos para excitarse cuando se les ponen delante imágenes con sexo explícito, según concluyeron científicos de la Universidad McGill (Montreal).

Es en esos instantes cuando nace la piel, la propia y la del otro. En menos de 10 segundos el hombre enarbola su masculinidad, su corazón se lanza al galope, los músculos se tensan y el sudor lubrica su cuerpo. Ella también se adentra en el campo de batalla y, ante la insignia izada del hombre, se inflama su clítoris, se enrojecen sus labios (los que hablan y también los que mandan).

El rocío del deseo lubrica la vulva y la vagina, que se tiñe de púrpura. Las pupilas de ambos se dilatan ante tanto color y calor que, volcán de las pasiones, produce erupciones en el cuello, el vientre y la cara de ella. Como invitando a otras pieles, la areola de los pezones se crece, los pezones se endurecen anticipando el tacto y el aliento, y el cerebro al completo se activa en fuegos artificiales desencadenados por un chispazo, una mecha.

Y es que los detonantes del sexo pueden ir más allá de una imagen erótica: una mirada, un olor, un timbre de voz. O ninguno de ellos. Simplemente, basta con evocar una imagen que nos excitó en otra ocasión o una experiencia sexual ya vivida. En cualquier caso, la corteza cerebral lo recibe y transmite hacia los centros medulares que controlan la erección o la lubricación una vez que ha alterado el sistema hormonal sexual. Las áreas del cerebro activadas son universalmente las mismas para todos los individuos, aunque los estímulos sean dispares.

Para disfrutar de ese estado alterado, Briet propone “ampliar el mapa corporal con un intercambio de masajes que excluya los genitales, una experiencia de descubrimiento erótico muy beneficiosa en la que el coito se vea demorado. Probar esta estrategia puede resultar una forma asombrosa de excitación”.

 

Fuente: Quo