¿Es posible la alternancia en el Distrito Federal?

En 1997, tras la reforma política impulsada por Ernesto Zedillo, y luego de 70 años de que los capitalinos no habían podido elegir por sufragio universal al gobernante de la capital del país, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas fue elegido Jefe de Gobierno del Distrito Federal y entró en funciones la Primera Legislatura de la Asamblea Legislativa del DF.

Desde entonces, tanto en la Jefatura de Gobierno como en la ALDF -y tres años más tarde, en las jefaturas delgacionales-, el Partido de la Revolución Democrática (PRD)  había mantenido su hegemonía incuestionable, como un signo del hartazgo de los ciudadanos por haber sido gobernados durante siete décadas por el mismo partido (PRI) sin haberlo votado.

14 años después, la alternancia política en el DF parece trazarse un camino con mayores probabilidades de alcanzarse, luego de un primer intento fallido en el 2000 cuando el abanderado del PAN, Santiago Creel Miranda, estuvo a punto de llevar a un tercer partido político al poder.

De acuerdo con los estudios de opinión publicados por El Universal, el PRD-DF comenzó con una preferencia electoral de 36% en enero de 2007; sin embargo, desde entonces descendió hasta 22% en enero de este año y al día de hoy registró un repunte al obtener el 29% de la intención de voto de los capitalinos.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) comenzó con un 7% de la preferencia de los electores y alcanzó en marzo de 2011 el 20%. Hoy se coloca en las encuestas con un 18% y la ex dirigente nacional tricolor, Beatriz Paredes Rangel, con el mayor índice de conocimiento (89%) y de opinión positiva (39%).

Está claro que aún con las probablidades, el trabajo político y territorial del PRI tiene grandes retos en el DF, como fortalecer sus estructuras distritales y seccionales, seleccionar al mejor candidato y establecer las alianzas ciudadanas necesarias, así como impulsar nuevos liderazgos, para que en una concatenación de factores se incrementen las probabilidades de la alternancia política en la ciudad de México.

Y es que, típicamente, la alternancia política resulta benéfica en cualquier sistéma democrático, porque renueva la forma de ejercer el poder público y ofrece nuevos aires a las estructuras burocráticas, que con el paso de los años se enrarecen al presentar el mismo estilo de función pública y con el enquistamiento de prácticas ineficaces.

Pero la condición para que ello ocurra es que exista, por un lado, la ventaja competitiva del partido político que entrará al relevo, y por otro lado, la evidencia de que existen áreas de oportunidad para mejorar la gestión gubernamental saliente. En el caso del Distrito Federal, no hay duda, existen las dos condiciones. Por el bien de los capitalinos, que así sea.