Este lunes es un día histórico para Cuba y Estados Unidos, han tenido que pasar 54 años, seis meses y 17 días, además de 11 presidentes estadounidenses y dos cubanos, Fidel y Raúl Castro, para que se cumpliera la “esperanza” de Eisenhower.
La reapertura de embajadas es el gesto más simbólico de los seis meses de intensas negociaciones para iniciar el proceso de normalización de relaciones que siguieron al anuncio de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro, el 17 de diciembre, que habían decidido dar un giro radical a las relaciones hostiles que marcaron la política bilateral y regional del último medio siglo.
Es el principio de una larga negociación, porque tanto Washington como La Habana tienen una lista de reclamos y demandas -empezando por el fin del embargo estadounidense que exige Cuba o la mejora de la situación de derechos humanos que quiere ver EE UU- que prometen ocupar a sus más altos diplomáticos por un tiempo que nadie se atreve a precisar.
Lo bueno es que ambos países coinciden en que esta segunda fase de negociaciones será más fácil con el restablecimiento de relaciones diplomáticas ahora cumplido.
El número de personal diplomático, su capacidad de movimiento y sus actividades han vuelto a ser uno de los puntos más difíciles de la negociación para la reapertura de embajadas medio siglo más tarde.
El personal diplomático cubano en Washington no llega a la decena. Tras las cuatro rondas de negociaciones de alto nivel celebradas en las dos capitales desde enero, se llegó a un acuerdo que Washington ha declarado “satisfactorio”.
La ceremonia oficial de apertura solo tendrá lugar en la legación diplomática cubana en la capital estadounidens. Washington todavía no ha fijado la fecha para su celebración, también al más alto nivel diplomático, en su embajada situada en pleno Malecón de La Habana.