Ayer, el mundo fue testigo de la caída de la aguja de Viollet-le-Duc, que se alzaba a 93 metros del suelo, y del campanario situado en la parte posterior de la nave.
El incendio en la Catedral de Notre Dame dejó enormes pérdidas, además del edificio las obras que se perdieron en la tragedia. El fuego acabo con ellas y en algunos casos las dejó dañadas.
Algunas vidrieras del siglo XIX fueron consumidas por el fuego, que logró fundir el plomo que sostenía sus fragmentos de cristal.
Entre lo dañado está uno de los órganos de Notre Dame, obra de Aristide Cavaillé-Coll, construido entre los siglos XV y XVIII, aunque “es demasiado pronto para hacer un diagnóstico total y un inventario del desastre, pero el órgano parece estar perjudicado”, señaló el ministro de Cultura, Franck Riester.
Informó que el fuego no pudo alcanzar los grandes cuadros de los siglos XVI y XVII, conocidos como Mays, que colgaban de las paredes de la nave, el coro y las capillas, sin embargo “sí quedaron dañados por el agua”.
Esas escenas religiosas fueron obsequios del gremio de orfebres parisinos entre 1630 y 1707. Llegaron a existir 66, de los que 13 seguían expuestos al público hasta ayer.
El estado de la monumental Piedad colocada en el ábside, obra de Nicolas Coustou en el siglo XVIII, es incierto, al momento no hay reporte de los daños que pudo subrir.