En entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), la licenciada en medicina general, Fabiola Monserrat Martínez Márquez señaló que para llevar a cabo la experimentación, el grupo utilizó 12 ratas.
La especialista destacó que cuatro de ellas fueron alimentadas con 200 gramos de alimento molido, alimento balanceado que incluía harina de soja combinado con 12 gramos de chía.
Añadió que a otras cuatro se les dio 15 gramos de chía en 200 mililitros de agua destilada, y las cuatro sobrantes continuaron con su alimentación regular sin consumo de chía.
“Las ratas fueron alimentadas con la sustancia correspondiente cada tercer día, con el fin de analizar su sangre, medir sus niveles de colesterol, glucosa, triglicéridos, lipoproteína de alta densidad —HDL—, lipoproteína de baja densidad —LDL— y lípidos totales, y determinar si había cambios significativos”, refirió.
“Para esto graficamos los valores químicos y analizamos las diferencias”, describió.
Detalló que luego de 20 días de experimentación, las ratas con alimentación regular presentaron una glucosa promedio de 247.53 mg/dl (miligramos por decilitro); en las ratas que consumieron galleta con chía, el promedio de glucosa fue de 183.67 mg/dl, y las que consumieron chía con té su glucosa fue de 175.42 mg/dl.
“Además de la disminución de la glucosa, también encontramos un decremento en el colesterol en la sangre, con una cantidad de 69.41 (mg/dl) en las ratas que consumieron chía con té”, dijo Martínez Márquez.
“Los modelos que consumieron la chía en galleta tuvieron un promedio de 47.93 (mg/dl), y los que mantuvieron su alimentación regular sin chía presentaron 81.90 (mg/dl) de colesterol”, apuntó.
La investigación estuvo a cargo del equipo, integrado por Fabiola Monserrat Martínez Márquez, Irais Alejandra Arteaga Rivera, Leidy Gavaleth Ávila Carrasco, Sergio Rogelio Mendoza Chacón, María Guadalupe Robles y Laura Sosa López, todos miembros de la UAM-UAZ, asesorados por el doctor Esmelin Ezequiel González Martínez.
La chía es una planta que florece de manera natural en México, Guatemala y Bolivia, en zonas tropicales y subtropicales. La semilla es rica en mucílago, fécula y aceite. Mide dos milímetros de largo por 1.5 milímetros de ancho. Es ovalada y lustrosa, de color pardo grisáceo o marrón oscuro.