Perteneciente a la segunda generación de exiliados españoles en México, Luis Rius Azcoitia siempre portó las inevitables características del destierro: una nostalgia profunda y una consciencia de ser extranjero que, sumada a su amor por la literatura y la cátedra en la UNAM, conformaron su trabajo poético. Muchos poetas y académicos de la Universidad pasaron por las aulas del maestro Rius, y vieron en él una de sus más fuertes influencias.
La Guerra Civil en España tuvo muchísimas víctimas y Rius fue una de ellas en 1936. 3 años después llegó a nuestro país. Vivió su adolescencia y su edad adulta siempre con la consciencia del destierro.
Según Gonzalo Celorio, gran admirador de Rius, la línea que divide al poeta del erudito nunca fue bastante clara en el exiliado, ya que él caminaba entre ambos seres de una manera tan sutil que era imposible darse cuenta cuándo comenzaba el enamorado de la poesía y el lenguaje y cuándo terminaba el estudioso notable.
Rius Azcoitia regresó a España a la edad de 40 años. Fue ahí donde se dio cuenta de que su condición de exiliado era, por decirlo llanamente, una condena: el exilio de España llevaba a la nostalgia de la península. Sin embargo, ausentarse del refugio, México, también hacía sentir los dejos del exilio antes vivido, pero ahora extrañando las tierras aztecas.
La segunda generación de exiliados, los llamados “niños de la guerra”, fue un grupo conformado por varios intelectuales españoles: León Felipe, Ramón Xirau, Tomás Segovia, Juan Rejano, Emilio Prados, José Gaos y Rius Azcoita. Este último fue amigo de mexicanos como Alfonso Reyes, Julio Torri, Julio Jiménez Rueda.
El Fondo de Cultura Económica ha sacado a la luz ‘Verso y prosa’, libro donde se encuentran los poemas y trabajos literarios más significativos de Rius. Como bien ha mencionado Arturo Souto Alabarce, el trabajo de Rius es breve y conciso. En su introducción al libro afirma que son dos vertientes las que dirigen el trabajo del exiliado: ‘Cuestión de amor’ y ‘Arte de extranjería’.
“Había en sus poemas un dejo de nostalgia y de tristeza; dicen que los únicos poemas alegres que hizo fueron los que me escribió a mí en el libro ‘Canciones a Pilar Rioja’, sus poemas eran tristes; sin embargo, cuando había reuniones sin duda Luis era el alma de la reunión”, dijo Pilar Rioja, segunda y última esposa del poeta.
Vale la pena echar un vistazo al trabajo de un hombre ejemplar de uno de los fenómenos más importantes en México del siglo XX: la manera en que recibimos a todos aquellos que perdieron su hogar y, en la mayoría de las ocasiones, compartían nuestra lengua.
Fuente: El Universal
Foto: AlasPeru