El conocimiento tradicional es aquel que utilizado de generación en generación por las diferentes culturas del mundo; en el caso de México, el gran número de etnias indígenas hace que exista un vasto conocimiento en lo que respecta a los recursos naturales.
Muchas de las medicinas de uso humano provienen de plantas y, en muchos casos, son los indígenas quienes descubren las propiedades curativas de estas especies.
En este sentido, científicos mexicanos han pugnado durante años, porque se respete y proteja el conocimiento tradicional y se beneficie a aquellos que lo poseen.
Un ejemplo común es el de científicos alemanes y japoneses que durante décadas viajaron a las selvas de México y obtuvieron información de los indígenas sobre el uso que daban a determinadas plantas.
Con esta información, se han producido muchos de los cosméticos y medicinas que las grandes marcas internacionales fabrican en la actualidad.
El Protocolo de Nagoya sobre Acceso a Recursos Genéticos y Distribución de Beneficios busca dar crédito y beneficiar a aquellas comunidades dueñas de ese conocimiento que ahora genera ganancias millonarias para otros.
El evento donde se firmó el protocolo tuvo lugar en la Sede de la Organización de las Naciones Unidas de la Ciudad de Nueva York, el pasado 24 de febrero.
El protocolo garantiza que los países donde se origina dicho conocimiento participen de manera justa y equitativa de los beneficios resultantes de la utilización de dichos recursos.
Además las comunidades indígenas habrán de tener información previa a la explotación de sus recursos y de sus conocimientos tradicionales y dar autorización.
Las negociaciones para este protocolo tomaron más de siete años, y fue México a través de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) uno de los principales gestores.
Fuente: El Informador