Frances Arnold, George Smith y Gregory Winter reciben el Nobel de Química 2018

Por haber “tomado el control de la evolución y haber usado sus mismos principios para desarrollar proteínas que resuelven muchos problemas de la humanidad”,señaló la Real Academia de Ciencias.

La estadounidense Frances Arnold (Pittsburgh, EE UU, 1956), George Smith (Norwalk, EE UU, 1941) y Gregory Winter (Leicester, 1951) fueron premiados porque han permitido que la humanidad realice el equivalente a la agricultura o la ganadería en el mundo de los microbios y las moléculas.

La evolución dirigida permite domesticar microbios para que desarrollen proteínas que no existen en la naturaleza y que se aplican a la creación de nuevos combustibles y fármacos contra muchas enfermedades, desde la diabetes al cáncer metastásico.

Arnold, catedrática de ingeniería química, bioingeniería y bioquímica en el Instituto de Tecnología de California (Caltech), recibe la mitad del premio por inventar “la evolución dirigida de enzimas”; es una revolución científica, porque “comprime el proceso de evolución natural de enzimas, de miles de millones de años, en otro dirigido que dura días o semanas”, explica el biólogo molecular Miguel Alcalde, que trabajó con Arnold como estudiante de doctorado en Caltech entre 2001 y 2003.

Ella será la quinta mujer de la historia que recogerá el galardón de Química cuando se entreguen el mes de diciembre en la capital sueca, logró en el año 1993 la primera ‘evolución’ directa de una enzima en el laboratorio.

Por su parte Smith y Winter reciben la otra mitad del premio por la “presentación de péptidos y anticuerpos en la superficie de bacteriófagos”.

Smith desarrolló en el año 1985 una técnica que utiliza fagos, unos virus que infectan bacterias, para añadir cambios genéticos en estos microorganismos y fabricar así nuevas proteínas.

Winter fue el primero que consiguió producir un anticuerpo monoclonal 100% humano humanizando anticuerpos de ratón gracias a la técnica desarrollada por Smith. Esta técnica, que le valió el Premio Príncipe de Asturias en 2012, ha abierto una ventana completamente nueva para la fabricación de medicamentos basados en proteínas humanas y que ha cambiado la vida a miles de personas con enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide o la psoriasis.