1. Destaque los favoritismos y licitaciones hechas a la medida, como logros de su administración. Además, hágalos ver como si fuera algo benéfico para la sociedad. “Ya va a haber más competencia, eso es bueno ¿no?”. (No si se le da las concesiones a quienes tienen el monopolio en otras áreas, ¿verdad?)
2. En el informe escrito, no deje de incluir un apartado única y exclusivamente para celebraciones nacionales de todo tipo. Si la pobreza, el desempleo o la inseguridad no caben, no importa; es es único año que tenemos bicentenario, así que incluya la mayor cantidad de páginas posible.
3. También, no ocupe mucho espacio hablando de política interior y exterior. A nadie le interesa eso. Con dos páginas es suficiente (no las haga a doble espacio, tampoco exagere).
4. Si dicho informe escrito ya está terminado e impreso cuando haya algún suceso importantísimo (como la captura de un gran capo, por ejemplo), no se preocupe. Anexe una hoja al final del documento. Tan fácil como eso.
5. Aunque se haya anunciado previamente que una dependencia tiene un subejercicio de muchos miles de millones de pesos, omita ese hecho y dedíquese a hablar de lo que se ha invertido en carreteras (nadie va a saber si es mucho o es poco).
5. Aplique la del mártir. “No me pueden echar toda la responsabilidad a mi”. Es infalible.
6. Recuerde: todos los ojos están sobre usted. Aproveche para impulsar su agenda, pero sea sutil. Algo así como “Gracias a las fuerzas armadas y a la Policía Federal por su lealtad y valentía. Insto al Congreso de la Unión a aprobar la propuesta de la Policía Única y la ley contra el lavado de dinero”.
7. Si le gusta mucho un tema en específico, no se limite al hablar de él. Todos estarán sumamente interesados en escucharlo hablar durante 13 minutos seguidos de seguridad, por citar un ejemplo.
8. Termine su discurso con un efusivo “¡Viva México!”. Arrancará aplausos y ovaciones, todo el mundo se quedará con una sonrisa, y nadie recordará nada de lo que dijo en los últimos treinta minutos.