La Navidad es una época para festejar, apapachar y disfrutar con la familia o los amigos. Pero no todo es maravilloso si te alcanzan una o varias de las afectaciones también propias de la temporada: fobia social, estrés y auto-exigencia, tristeza repentina y compras compulsivas.
El “grinch” que no falta
Aquellas personas que dicen odiar a la Navidad y padecen ataques de ansiedad e histeria cada vez que se aproximan estas fiestas.
La aversión social, está marcada, sobre todo, por las masivas reuniones familiares, empresariales y sociales que llenan la agenda y dejan descubierto nuestras debilidades, sueños y frustraciones. Por lo tanto, los especialistas recomiendan trabajar la gestión de emociones y autoestima.
Depresión navideña
Las pérdidas a lo largo del año que se extingue nos hacen más sensibles, en muchos casos el estado depresivo se agudiza.
Experiencias como un fallecimiento cercano, enfermedades, pérdida de empleo, fracaso escolar, traumas y discusiones familiares afloran en estos días.
La auto exigencia excesiva a la hora de establecer objetivos y la baja autoestima cuando estos se frustran también pueden producirnos depresión.
“Sin regalos por favor”
El compromiso de regalar a todos y cada uno de nuestros seres queridos genera estrés a muchas personas. Además, la temporada produce el efecto de compras compulsivas, lo que puede afectar nuestro presupuesto y llegar a enero del 2019 con deudas que nos quiten el sueño.
En resumen, procura llenarte de recuerdos tristes del año, algo bueno tienes que haber vivido. Rodéate de amigos y gente positiva. No gastes de más.