Implicaciones racistas y nazis en ‘Los Pitufos’

Foto: Dibujos Infantiles

Hoy se publicó en Francia el libro ‘El pequeño libro azul: análisis crítico y político de la sociedad de los Pitufos’, del autor francés Antoine Buéno. Los personajes conocidos por todos nosotros, dice Buéno en sus conclusiones, vistos como sociedad, reproducen ciertos arquetipos básicos del antisemitismo, el estalinismo y el totalitarismo.

Para refutar la aparente inocencia de los miembros del famoso pueblito, Buéno hace un análisis minucioso de todos sus personajes: desde el funcionamiento colectivo, muy cercano al corporativismo social, de los miembros, hasta la imagen patriarcal y de jefe único de “Papá Pitufo”.

Según Buéno, otro factor importante para considerar que “Los Pitufos” contienen todas las implicaciones mencionadas, está en el personaje de Gargamel: éste, dado el tamaño de su nariz, parece una caricatura antisemita. A esto hay que añadir el hecho de que su gato se llame Azrael y que, además, el prototipo de belleza aria está depositado en Pitufina: única mujer rubia e idealizada.

El pueblo de los pequeños personajes azules es, según Buéno, una comunidad autárquica, es decir, autosuficiente en cuanto a sus necesidades básicas. Además, en la historia hay un episodio en que la comunidad se ve invadida por una turba de pitufos negros, lo que demuestra una clara tendencia a la preferencia por la sangre pura.

Este tipo de sospechas sobre ‘Los Pitufos’, sin embargo, no es nueva. Antoine Buéno lo admite  y sabe que su libro es, también, una recopilación de datos detectados por públicos anteriores a él. En Estados Unidos, por ejemplo, se llegó a pensar, según el autor, que la caricatura era parte de una encubierta campaña comunista.

Buéno también reconoce que Pierre Culiford, o “Peyo”, el belga que creó ‘Los Pitufos’, no tenía inclinaciones políticas, sino que reprodujo estereotipos vigentes durante su infancia bajo la ocupación nazi. “Peyo” falleció en 1992 y ‘Los Pitufos’ continuaron su producción después de su muerte, bajo la batuta de su hijo Thierry Culliford, quien se encargó de encaminar la caricatura hacia métodos y visiones más pedagógicas.

Fuente: El Universal