Javier Sicilia, el tótem del activismo insaciable

“Los caníbales prefieren a los que carecen de espina dorsal”
Stanislaw Jerzy Lec

Desde que la tragedia acudió, puntual e inevitable, a la vida de Javier Sicilia, el poeta, ensayista, novelista y periodista mexicano, ha sido abanderado de un sinnúmero de causas. Todo comenzó el 28 de marzo del 2011, cuando su hijo Juan Francisco fue encontrado muerto en Cuernavaca, Morelos, junto con otras seis personas. Indignado con la violencia de la que había sido objeto su vástago, el poeta se alzó -como cualquier padre podría hacerlo- para exigir justicia.

Javier Sicilia convocó a la Marcha Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad. Él mismo encabezó una movilización en la ciudad de la eterna primavera, aunque simultáneamente se llevaron a cabo mítines y marchas en diferentes ciudades de México. Acudió a Los Pinos y sentó a una mesa de diálogo al presidente Calderón quien ratificó que, pese a quien le pese, continuará con su estrategia anticrimen que ha dejado más de 40 mil muertos.

A la causa de Sicilia se sumaron tantos otros que no tienen voz. Aquellos que tienen un reclamo legítimo hacia el Estado; otros más que su ideal es acabar con el sistema; otros que buscan darle un nuevo cause a la vida institucional del país, más ciudadano según aseguran; unos más que han participado en la vida pública del país pero que han llegado a su crepúsculo político, entre tantos otros.

Las causas del escritor van desde la aprobación de la Reforma Política, hasta la elección de los tres consejeros faltantes del Instituto Federal Electoral (IFE), pero también la exigencia de más recursos para la educación y de protección para los migrantes centroaméricanos en su ruta hacia Estados Unidos. De hecho, en un acto inusitado, Sicilia ofreció disculpas a los migrantes en nombre de los mexicanos, “por todos los abusos de que son objeto en su paso por México, y les manifestó su solidaridad”.

Y además de llevar a Calderón al Castillo de Chapultepec a un diálogo hasta hoy infructífero, también ha demandado encuentros con legisladores mexicanos, ya que entre otros asuntos, la aprobación de la ley de seguridad en comisiones ha sido calificada por Javier Sicilia como un insulto a la ciudadanía. Más recientemente, el poeta encabezó una campaña titulada “Alto al contrabando de armas”, con la que se busca detener el tráfico ilegal de armas proveniente de Estados Unidos.

Un tótem es un objeto, ser o animal sobrenatural, que en las mitologías de algunas culturas se toma como emblema de la tribu o del individuo; éste puede incluir una diversidad de atributos y significados.

El hiperactivismo de Sicilia es indudable; de hecho, tuvo que abandonar la poesía en pro de su cruzada. Pero lo que no se sabe a ciencia cierta es quién o quiénes están detrás del escritor. Algunos analistas apuntan que sectores radicales han llevado al artista por caminos que no necesariamente él aprueba. Así, Javier Sicilia se ha erigido como un tótem moderno.

Desde una perspectiva antropológica y psicoanalítica, el tótem es el padre y hacia él hay sentimientos ambivalentes: se le odia (por eso es asesinado) y se le ama (por eso es aclamado). Aunado con la hipótesis darwiniana de la horda primitiva, cabe suponer que Sicilia corre el riesgo de caer ante el insaciable apetito del activismo que tiene detrás.

Según Freud, en un sistema totémico los hermanos se unieron para darse fuerza y poder matar al jefe de la horda, severo y celoso. Luego comieron su cadáver para identificarse con él y que cada uno tuviese un poco de la fuerza del padre. Tótem del tercer milenio, de no escoger una sola ruta, una columna vertebral para su causa, Javier Sicilia podría ser devorado por quienes le apoyan y están a su lado, pero que persiguen tantos y tantos ideales simultáneamente. Cuestión de tiempo.