Jobs vende como marca

En algún punto después de la muerte de Steve Jobs, fundador de Apple, se anunciaron dos proyectos cinematográficos en torno a su vida y legado.

Ambos tendrían un factor diferenciador. Uno tendría el aval de ser escrito por el guionista más prestigiado en cine y televisión, Aaron Sorkin. Y seguramente será una historia estimulante, con diálogos abundantes y complejos que será mejor ver en cámara lenta.

El otro sería protagonizado por Ashton Kutcher, planteando el primer reto actoral para el actor de 35 años y el atractivo de explotar su parecido físico con Jobs.

Hasta el primer trimestre del 2013, la cinta encomendada a Sorkin, que se basará en la biografía oficial de Steve Jobs, se encontraba en el proceso de adaptación de libro a guión. La de Ashton llegó a las carteleras del país este viernes y se titula simplemente Jobs.

Su argumento abarca el origen y acenso de este gurú de la tecnología. Comienza en 1974, mostrándolo como un universitario descalzo y de mala reputación académica. Jobs intuye que su amigo Steve Wozniak acaba de descubrir algo grande cuando éste le muestra que ha logrado conectar un monitor de televisión a un teclado.

A partir de ahí, vemos un proceso de décadas en el que irá inventando la cultura computacional: su determinación al vender a comerciantes las partes de una computadora que todavía no existía, su imparable búsqueda de inversionistas, su transición al corporativismo sin dejar de ser fiel a sus ideas y el rigor de su proceso creativo al liderar un equipo de trabajo.

Sin síntomas de presión, ni entusiasmo ante la gran responsabilidad de tener que contar la vida de una figura fundamental y recién desaparecida, el director Joshua Michael Stern procede con tácticas bastante seguras y ordinarias: grandes anécdotas y momentos cruciales en la trayectoria de Jobs, musicalizados con temas que refuerzan el espíritu de las épocas que vivió, editados como parte de un gran montaje que transmite el paso del tiempo, el progreso, el crecimiento y la evolución.

Presencialmente, el Steve Jobs de Kutcher convence. Al ponerlo a prueba en diálogos y encrucijadas dramáticas, por más voluntariosa, su apropiación del personaje es sólo superficial. Sirve para verla en un flashback. No para sostener la película entera.

 

Fuente: Milenio