Los jóvenes en México toman tres o cuatro dosis del anticonceptivo de emergencia al mes, pese a que la Organización Mundial de la Salud OMS recomienda su uso sólo dos veces al año, debido a que contiene altas concentraciones de hormonas.
Las consecuencias por este abuso son trastornos menstruales y gastrointestinales, retención de líquidos, aumento de grasa en la piel y pérdida de cabello, amén del riesgo que tiene la mujer de embarazarse.
Según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, la mayoría de los mexicanos inician su vida sexual a los 12 años, y 14.7 por ciento de los hombres y 33.4 por ciento de las mujeres no utilizan método anticonceptivo alguno en su primera relación sexual.
La situación suele empeorar cuando las chicas siguen las recomendaciones de amigas y conocidas, así como al consultar al dependiente de la farmacia sobre las píldoras o el producto que deben usar para protegerse de un embarazo, ya que no toman en cuenta si determinada fórmula pudiera estar contraindicada para su organismo.
Otro mal uso lo hacen muchos jóvenes al dejar los preservativos en sus carteras por periodos prolongados, pues cuando intentan usarlos, no saben cómo o ya han caducado, lo que implica que se resequen, cuarteen y fallen.
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