Por Armando Guajardo– Una de las criaturas más icónicas del cine, sin duda alguna, es King Kong. Desde el estreno de la película original en 1933, ha influenciado en gran parte el género de aventuras y ha sido un hito en el terreno de los efectos especiales. Así que en esta ocasión, nos llega una nueva versión con Kong: La Isla Calavera.
Kong es de esas películas que nadie esperaba, nadie pidió, y que llega en una temporada algo apretada, ya que Logan acaba de salir con mucho éxito, y la siguiente semana se estrena La Bella y La Bestia, que como sabemos, tiene todo para arrasar. Pero finalmente, al ver Kong, nos damos cuenta que valió la pena totalmente.
La premisa sigue siendo muy parecida a las demás, con un equipo de investigadores que emprende una misión para explorar una isla hasta entonces desconocida. Este guarda parecido aún más con la película de 1976, con Jeff Bridges y Jessica Lange. De hecho tienen también en común que se desarrollan en los años setenta. Pero a diferencia de aquel filme dirigido por John Guillermin, la cinta actual aprovecha al máximo la época y forma parte de su estilo, y en esto recae parte de su encanto.
Vietnam, Creedence, Helicópteros Huey, patillas y pantalones acampanados. Toda esta parafernalia retro es usada para entrar en este mundo. Kong es dirigida por Jordan Vogt-Roberts, quien apenas es su segunda película (la primera fue una cinta independiente llamada Kings of Summers) y se revela con un gran trabajo, donde se aprecia su visión, con grandes secuencias a nivel visual y buena dirección de actores. Y como en las buenas películas de desastre de los años setenta donde había grandes repartos con cintas como Poseidon o Towering Inferno, aquí el director cuenta con un enorme cast, lleno de galardonados al Oscar, con actores como Samuel Jackson y John Goodman, quienes hacen muy buena mancuerna. Aparecen también la actriz ganadora el año pasado Brie Larson (Room) y John Reilly, quien destaca en la parte cómica. Y para los fans de Loki (Avengers) también tenemos a Tom Hiddleston.
Kong es una gran producción de 190 millones de dólares, con efectos de Industrial Light and Magic, que ha hecho desde Star Wars hasta Jurassic Park, y su trabajo aquí nuevamente es excelente. La verdad es que las recientes cintas de grandes criaturas gigantes no han sido muy buenas, al menos desde Jurassic Park. La película anterior de King Kong, de Peter Jackson (Lord of the Rings) aunque tenía virtudes muy buenas, de pronto era aburrida y sosa. Godzilla (2014) para muchos de nosotros fue en cierta manera decepcionante (aunque su director Gareth Edwards se reivindicó con Rogue One el año pasado). Jurassic World tuvo mucho éxito, pero algo de ella no me llenó y estaba años luz de la original de Steven Spielberg.
Con Kong buscaron algo diferente, alejado del romance y de la relación de la chica y el mono. Aquí incluso la criatura ya no es solamente un mono gigante, sino todo un monstruo hecho y derecho de 100 metros de altura. La cinta nos recuerda un poco lo que hizo James Cameron con Aliens, donde rompió el esquema original y se concentró en hacer una buena cinta de acción. Y lo lograron.
Como nos podemos dar cuenta, el objetivo de esta franquicia, que ya no es de Universal sino de Warner Bros, es unirla al universo de Godzilla, y en unos pocos años veremos a estas dos criaturas frente a frente. Así que los fans no se la pueden perder. Si tienen oportunidad veánla en IMAX.