El líder de Nirvana, la banda de grunge considerada entre las más importantes de la historia, se suicidó el 5 de abril de 1994, en su casa en Seattle. Tenía 27 años y padecía depresión crónica.
Una muerte planeada. Escribió una carta de despedida dedicada a ‘Boddha’, su amigo imaginario de la infancia. Se inyectó tres dosis de heroína, mientras bebía cerveza.
Colocó toallas a su alrededor, sacó su licencia de conducir para dejarla visible y se acomodó en el suelo. Apoyó sobre el pecho su escopeta, con el pulgar jaló el gatillo.
“Es mejor quemarse que desvanecerse”, se leía en su nota suicida, escrita en tinta roja. Escribió que su pequeña hija Frances, de apenas 20 meses de edad, estaría mejor sin él.
Cobain ya había amenazado que se quitaría la vida. Lo tenía en su mente. Con el pretexto de que “alguien” intentó entrar a su casa, le pidió a su amigo Carlson que le comprara un arma, algo que ya había hecho en otras ocasiones.
Juntos compraron una escopeta Remington, de calibre .20, así como, también, una caja de municiones.
Se mató. Tardaron tres días en encontrarlo. Courtney Love, el amor de su vida y madre de la pequeña Frances, lo había reportado como desaparecido.
Cobain entró al grupo de músicos legendarios, revolucionó la música con éxitos como ‘Smells Like a Teen Spirit’, ‘Come as You Are’ o ‘The Man who Sold the World’.
Con información de El País e Infobae.