Por Armando Guajardo– A mediados de los ochentas, la magia del Disney de antaño parecía quedar en el olvido, y no fue hasta finales de aquella década, que llegaron nuevos creativos a la empresa y le dieron nuevos bríos, creando nuevos éxitos tales como La Sirenita, Aladino y El Rey León. Entre ellos, se encontraba La Bella y la Bestia (1991), que tuvo el honor de convertirse en la primera cinta animada en estar nominada al Óscar como mejor película. 26 años después, llega a las pantallas la versión con actores de carne y hueso, la cual se estrena este fin de semana en todo el mundo.
La cinta narra la historia de un príncipe que recibe una maldición, que sólo terminaría al encontrar el verdadero amor. La historia es muy básica, como los grandes cuentos de hadas que repiten ciertos elementos, pero la versión animada de Disney fue tan bien realizada, que su adaptación en vivo requirió varios retos que fueron muy bien resueltos. A diferencia de películas recientes de este tipo como Cenicienta (2015), ésta fue una recreación más fiel, la cual incluyó la mayoría de los personajes y sus respectivos diseños.
El resultado es inmejorable. Es una gran adaptación live-action de uno de los clásicos contemporáneos de Disney. Desde el comienzo, se nota la atención al detalle con un excelente diseño de producción, que incluye vestuario y fotografía, el cual buscó transformar los dibujos de celuloide en un entorno real. Y no podía existir un mejor casting protagónico que el de Emma Watson, mejor conocida como Hermione Granger en las películas de Harry Potter. Y aunque destaca por su carisma y belleza, al ver la cinta podemos comprender que no sólo se trataba de aprovechar su fama y realizar un personaje que le queda como anillo al dedo, sino que además, Belle es una especie de Hermione, valiente, inteligente y amante de los libros.
La acompaña un muy buen reparto con actores como Kevin Kline y Luke Evans y una gama de personajes digitales, interpretados por Emma Thompson, Ian McKellen, Ewan McGregor, entre otros. El otro personaje protagónico, La Bestia, es el actor Dan Stevens, quien cumple muy bien. En el rol cómico destaca el actor Josh Gad (Lefou), fungiendo como el fiel sirviente del villano y quien ya había prestado su voz en una cinta de Disney como el mono de nieve Olaf en Frozen (2013). Desgraciadamente, su papel ha sido condenado en redes sociales por un sector del público debido a que es gay, e incluso hasta un cine de Alabama canceló sus proyecciones. ¿Mi opinión? Creo que una vez más exageraron la nota, y ya había pasado algo similar en cintas como Buscando a Dory, donde se alarmaron por una supuesta escena de una pareja de lesbianas. En este caso sí, el personaje es gay y de pronto un poco amanerado, pero está bien manejado y creo que le brinda humor a la cinta y para nada resulta inapropiado. Lo único que podría ser fuerte para los niños pequeños son algunas escenas algo violentas.
Uno de los factores claves fue la música. Esta se cuidó al máximo y tuvo un resultado excelente, ya que en ella recae una parte vital del viaje emocional. Para ello, participó el compositor original de la cinta animada Alan Menker, quien realizó arreglos de varias de las canciones, y además creó nuevos números musicales. El director es Bill Condon, que tuvo algunos desaciertos como Twilight: Breaking Dawn Parte 1 y 2, pero este trabajo lo consiguió gracias a que también había realizado el musical DreamGirls (2006) y hay que decir que aquí hizo una excelente labor en todos los aspectos. La película es muy emotiva y captura, en espíritu, la magia del gran clásico de esta empresa de sueños, al transportarnos a un lugar más allá de la realidad, lleno de nostalgia y melancolía. El año pasado El Libro de la Selva llegó casi al billón de dólares en taquilla. Sin duda, esta cinta le irá mejor y llegará quizá al billón y medio, alcanzando números de éxitos como Jurassic World y Avengers, ya que no dudo que su gran ejercito de fans la van amar y querrán verla una y otra vez. ¡No se la pierdan!