Ya había hablado acerca de que cada quién tiene la relación que se merece. Sé que es muy difícil salirse de un noviazgo descompuesto, donde ya se conocen y hacen lo que la otra persona necesita, justo como le gusta.
Y esa implicación va mucho más lejos de la cama.
Saben si deben o no hablar en el cine, y conocen perfecto cómo herir a la otra persona cuando pelean. Inclusive, cada que lo hacen, enumeran una serie de faltas reclamado cosas que ocurrieron tiempo atrás.
El miedo a no encontrar alguien que te entienda como él/ella, te mantiene dentro de una rutina cómoda, que justificas cuando platicas tus penas con la gente: “Es que cuando estamos bien, estamos muy bien”. Si te escuchas diciendo eso, ya no hay duda. Acepta trabajo en otro estado, vete por cigarros o simplemente corten y tengan sexo de despedida. No hay forma de que eso mejore; por muchas ganas que le echen. Habrá periodos de felicidad, pero estarán haciendo un esfuerzo que, a la menor provocación, se ve mermado. Ya que cargan el tedio de los problemas y su tolerancia a las conductas molestas disminuye considerablemente. Es más, hasta hay cosas que estás esperando que el otro haga para recordarle cuánto las detestas.
Ponte a pensar que los 5 minutos de risas por 2 días de peleas no valen la pena y empieza de nuevo, aprendiendo de los errores que cometiste esta vez. La que sigue puede ser la buena.