En el filme Elephant, el director Gus Van Sant recreaba en 2003 la matanza en el Instituto Columbine, perpetrada por dos estudiantes de ese colegio, y que también inspiró al documentalista Michael Moore para su Bowling for Columbine, filme que denunciaba el peligro del uso de armas en Estados Unidos.
Hace ya 5 años, un estudiante coreano de 23 años, Seung-Hui Cho, de 23, entró armado a Universidad Virginia Tech, en la que estudiaba, y luego de matar a 32 alumnos, se suicidó.
Una secuencia similar se acaba de dar en una escuela del barrio Realengo, en Río de Janeiro, Brasil. Un ex alumno del centro educativo, de 23 años, llamado Wellington Menezes de Oliveira, abrió fuego contra los estudiantes que encontró a su paso, con las dos armas que cargaba en su mochila, para después quitarse la vida.
En los 3 casos parece existir un denominador común: la dificultad de integración de un joven estudiante, en un contexto que le resulta hostil y soportando el acoso o el maltrato de sus compañeros. A éste problema social se lo conoce como Bullying.
Todos los sucesos de éste estilo, ponen en evidencia la relación de causa- consecuencia entre un adolescente o un joven, que necesita comunicarse con otras personas de su edad, pertenecer a su grupo generacional, pero sólo consigue incomunicación, burlas constantes por ser diferente o simple, y llanamente indeferencia.
El diario El Mundo, de España, rescata el análisis de las universidades de Michigan, Illinois y Boston, en él se plantea que existen en estas situaciones “un complejo conjunto de factores, desde la intimidación en el colegio, a la falta de apoyo de los padres o la ineficacia de los servicios de salud mental están potencialmente implicados en el ejercicio de la violencia de los estudiantes”.
Fuente: El Mundo