La joven holandesa de 17 años, fue abusada repetidamente por su primo cuando era una niña, lo que le causó un trastorno de estrés postraumático, depresión y anorexia.
Noa escribió un libro, dio conferencias y al hablar reflejaba seguridad y fuerza. Sin embargo, ella relata que vivía atormentada, inmersa en el dolor y la depresión.
Consideró que la vida se le hacía imposible de soportar ‘sigo respirando, pero no estoy viva’.
En su autobiografía llamada ‘Ganar o aprender’ describe sus batallas contra las enfermedades mentales tras ser violada a una edad temprana.
Noa lo había advertido, no quería vivir más. Un día antes de su fallecimiento hizo pública su decisión en las redes sociales. Murió el domingo pasado en su casa, rodeada de sus familiares.
Hay dos versiones. La primera es que había sido con la ayuda de una ‘clínica para el final de la vida’. La segunda, que ella dejó de comer y beber hasta morir.
Eutanasia asistida
En Holanda se afirmó que la muerte de Noa Pothoven se había producido por la práctica de una eutanasia asistida, legal en los Países Bajos, desde 2001.
Cuando Noa cumplió 16 acudió a una clínica especializada en esta práctica para pedir abiertamente que le quitasen la vida, pero se lo negaron.
En sus redes sociales avisó de su decisión: ‘Pensé por mucho tiempo si era necesario compartir esto o no, pero finalmente me decidí a hacerlo. Tal vez resultará una sorpresa para muchos, pero he estado planeándolo pensé en este plan por mucho tiempo, y no tomé la decisión de forma impulsiva’.
Noa dejó de comer y beber. Escribió en sus redes: ‘Iré directo al grano: moriré en un máximo de 10 días. Después de haber luchado y batallado, siento que estoy agotada de todo esto’.
Algunos medios señalan que murió de forma asistida. Por otra parte, sus familiares declararon que “no fue una eutanasia, dejó de sufrir, dejó de comer y beber”.