La perseguida

Mi amiga era una perseguida y me estaba pidiendo asilo político, ¿su delito? Vivir en Guadalajara, tener 26 años y ¡no haberse casado! “Es que ni siquiera estoy comprometida, lo que complica aún más todo, quisiera vivir allá donde la gente puede hacer lo que quiera”, me dijo y no se estaba refiriendo ni a Sodoma ni a Gomorra, sino a la Ciudad de México.

Momento, me dije a mí misma, ¿De verdad podemos hacer lo que queremos? La verdad es que en casi cualquier ciudad y país del mundo, sobre todo los de raíces latinas, la sociedad ve a las mujeres como una máquina de ciclos, donde además un reloj, que algunos llaman biológico pero que más bien parece detonador de la bomba nuclear, juega un papel fundamental.

Cuando tienes una relación más o menos seria, comienza la primera presión ¿y para cuándo se casan? Cuando te casas empiezan ¿para cuándo el / la niñ@? Cuando finalmente l@ tienes ¿para cuándo la parejita? Si te divorcias y tienes hijos, empieza el ciclo otra vez ¿para cuándo te buscas pareja?, tu hij@ necesita una figura paterna; pero si vives con alguien que no te hace feliz: ¿pero por qué lo soportas? ¿No ves que está afectando a tu hij@? Presiones de todo tipo que las mujeres tenemos que soportar en santidad. Ommmmmmm Ommmmmmm

Yo confieso que he sido una perseguida política.  Cuando me casé la primera vez, mi entonces esposo no entendía porque teniéndolo todo tenía que seguir practicando este feo hábito de seguir trabajando; pero cuando le reitere -como le había dicho desde el día uno que hablamos de matrimonio- que no quería tener hijos, ardió Troya. Desde entonces fui sujeta a una presión psicológica que sólo pude resistir porque de pequeña había tenido una capacitación a prueba de balas.

¿Recuerdas que te he contado que al ser la menor de 4 hermanas sufría una especie de bullying familiar? Pues comprendí que no era que ellas me quisieran hacer la vida imposible, sino que me estaban preparando para la vida con un entrenamiento que ya quisiera la CIA para sus agentes. Así que la tortura psicológica no surtió efectos. Como era de esperarse, el matrimonio no duró mucho por incompatibilidad de intereses.

Pero la presión siempre ha estado presente, aunque a estas alturas ya me acostumbré a la misma pregunta “¿Y no piensas tener hijos?” Que siempre sigue con la maravillosa reflexión medica-psicológica del tipo: “Porque acuérdate que el reloj biológico es implacable” tic-tac-tic-tac. Esos interlocutores son los que te quieren hacer sentir como una pechuga de pavo del departamento de salchichoneria que tiene fecha de caducidad.

Afortunadamente he tenido la suerte que salvo mi tía Gertrudis, mi círculo cercano no me tortura con lo mismo. Mis hermanas, seguramente cuando vieron que sus intentos por volverme loca fracasaron, me dieron todo su apoyo y ellas, madres todas, nunca me han presionado por el tema de los hijos. Mi mamá que es mi amiga preferida del mundo mundial, pues hizo lo que hacen las buenas amigas: me dio el avión. Mi papá era el único que alguna vez me insinuó que quería un nieto, pero creo que lo hacía más por divertirse que porque realmente lo deseará.

Sin embargo, “pienso oh patria querida que el cielo, una perseguida en cada hija te dio”. Por los hijos, el matrimonio, el novio, el trabajo, por lo que sea pero las mujeres siempre estamos bajo el ojo del huracán.

Definitivamente deberían hacernos Santas.

Leer más: SomoOhDiosas.com.mx