La “restauración” a la estatua de “El Caballito” le causa daños en 35% de su superficie

Los trabajos de restauración realizados a la escultura ecuestre de Carlos IV, más bien conocida como El Caballito, por el Fideicomiso del Centro Histórico, no fueron avalados por la Coordinadora Nacional de Monumentos Históricos del INAH y el resultado es el daño en 35 por ciento del área de la escultura, que puede ser irreversible, señaló César Moheno, secretario técnico del INAH.

El funcionario indicó que el Fideicomiso del Centro Histórico presentó la solicitud de permiso para que se autorizara la restauración de la Plaza Tolsá. Los trabajos consistirían en el mejoramiento de pavimento y mobiliario urbano, por lo que el INAH otorgó autorización.

Sin embargo, lo que se hizo fue limpiar El Caballito con “un método sumamente agresivo: ácido nítrico al 30 por ciento, lo que eliminó la patina que ha protegido de manera natural al bronce original”, añadió Moheno.

De acuerdo con un informe que leyó el funcionario, el permiso solicitado para la restauración de mobiliario urbano que sólo comprendía la Plaza Tolsá.

Sin embargo, “no hay documento que avale o autorice la intervención de la escultura ecuestre. Fundamentalmente, porque la solicitud estaba incompleta”, precisa.

El mismo 20 de septiembre se comisionó a personal especializado de la Coordinadora Nacional de Conservación de Patrimonio Cultural para realizar una visita al sitio y detener la restauración, inicialmente por la falta de permiso y para revisar los tratamientos realizados hasta el momento.

César Moheno dice que las “fotografías y el informe recabado durante la visita de inspección muestran manchas y escurrimientos que reflejan una mala ejecución del procedimiento de restauración, lo que parece estar generando reacciones en la variación del bronce.”

La escultura presenta manchas en la parte frontal del cuerpo de Carlos IV, así como en la cara, el cuello, la crin y parte de la punta del pecho del caballo; coloraciones claras que según el funcionario, no corresponden en ningún modo a los colores originales de la superficie, aun cuando hubiera un correcto proceso de limpieza.

“La intervención hecha podría ser irreversible, y cubre el 35 por ciento de la superficie de la escultura”, declara el secretario técnico.