La visita del Papa desata una oleada de protestas de la Barcelona laica

Jesús García/Blanca Cía

El País

Una concentración de 10,000 personas. Una fiesta con reminiscencias religiosas. Un encuentro de mujeres que se proclaman “zorras” y “pecadoras”. La simulada orgía de homosexuales besándose frente a la Catedral. Una conferencia que lleva por título: “La Santa Mafia: el imperio económico de la Iglesia”.

La visita de Benedicto XVI a Barcelona, ha despertado su lado más anti religioso. Si bien la seguridad con la que viaja el Pontífice no permite que haya ningún tipo de atentado, hay varios grupos que quieren asegurarse de que, por lo menos, su vista sea deslucida.

La plataforma Jo no T’espero, organizó la concentración en la plaza de Saint Jaume. Los organizadores argumentan que no están en contra de la visita, sino de la reacción de las autoridades hacia ella. En estos días, se han dedicado a repartir propaganda de su movimiento, y dicen que muchas familias los quieren apoyar colgando una bandera en sus balcones, porque no se quieren quedar atrapados el fin de semana en la “zona cero”.

Isabel Vila, de 32 años, fue criada como católica, pero ahora se considera atea. Ella dice: “No estoy en contra de las religiones, pero no me gusta que venga una persona a la que no reconozco como jefe de Estado. Me parece faltal que se gaste dinero público en la visita”.

Los católicos también protestan, aunque de distinta forma. Han organizado una concentración en la Basílica de Santa Maria del Pi para reflexionar sobre el modelo de la Iglesia.

Curiosamente, uno de los barrios con menos banderas blancas y amarillas que dan la bienvenida al Papa, es el de la Sagrada Familia. Los vecinos ya manifestaron su enojo por las hordas de turistas y las consecuencias que esto tiene. La asociación de vecinos ha dicho que consideran excesivo el gasto que se ha hecho en la visita, y que es un agravio hacia las otras religiones presentes en la ciudad.

En el aspecto más práctico, la mayor molestia es por las excesivas medidas de seguridad, especialmente en las 12 cuadras que rodean el templo. Han llegado miembros de la policía a preguntar quién vive en las casas aledañas, y recomiendan que no salgan la noche anterior si quieren estar de regreso en sus casas para la visita. Esto, sumado a las restricciones de tráfico y cambios en el transporte público.