Lecciones para ganar en Las Vegas

Esta es la historia del equipo de Blackjack del MIT.

Bill Kaplan se ríe al recordar la reacción de su madre cuando le dijo que aplazaría su entrada a la Universidad de Harvard para juntar una fortuna apostando. “¡Ay Dios mío, esto es ridículo! ¿Qué le voy a decir a mis amigos?”, le dijo ella.

Kaplan había leído un libro sobre el conteo de cartas y creía que podía utilizar un modelo matemático para hacer dinero del Blackjack. Obviamente, ese no era el sueño de su madre para un hijo que siempre obtuvo las mejores calificaciones.

Pero el padrastro de Kaplan era más abierto a la idea y lo desafió. “Vamos a jugar cada noche y tendrás que demostrarme que puedes ganar”, le dijo.

“Lo aplasté durante dos semanas seguidas “, recuerda Kaplan. “Le dijo a mi madre que no lo podía creer, pero que realmente sabía cómo ganar este juego. ‘Déjalo ir’, le dijo. Mi madre no estaba de lo más feliz, pero partí a Las Vegas y pasé un año allí”.

Eso fue en 1977. Kaplan llevó US$1.000 y en nueve meses los había convertido en unos US$35.000. Se graduó en Harvard y con los años siguió jugando Blackjack en todo el mundo.

Su vida dio un giro dramático cuando el líder de un pequeño grupo de estudiantes del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), que había incursionado con el conteo de cartas le oyó hablar de sus hazañas en Las Vegas.

Le pidieron que entrenara y gestionara lo que luego sería conocido como el tristemente célebre equipo de Blackjack del MIT.

En 1992, con la industria del juego en auge y los nuevos megacasinos en ebullición, Kaplan y sus compañeros vieron una megaoportunidad para ellos también.

Amigos y socios que habían visto previamente retornar el 100% de inversiones más pequeñas, desembolsaron la sorprendente cantidad de 1.000.000 de dólares para financiar una nueva empresa, Inversiones Estratégicas, para capacitar a estudiantes destacados en el conteo de cartas y luego soltarlos en los desprevenidos casinos.

Uno de estos estudiantes era Mike Aponte, entonces de 22 años, que no estaba seguro de lo que quería hacer con su vida. Después de perfeccionar la técnica en las aulas vacías, se sorprendió al recibir US$40.000 en efectivo para jugar a nombre del equipo.

Más sorprendido quedó al perder 10 mil dólares durante sus primeros 10 minutos de juego en una mesa de Blackjack en Atlantic City.

“Un anfitrión del casino se acercó enseguida, me saludó y me llevó a una suite penthouse. Tenía un jacuzzi, mesa de billar. Fue increíble. Yo estaba asombrado de la habitación, pero no la disfruté tanto como normalmente lo haría, porque todavía estaba molesto por haber perdido todo ese dinero”.

Fue una lección de cuan volátil puede ser el Blackjack, incluso ante un sistema científicamente probado. Pero siguió intentándolo ese fin de semana, basado en el método del equipo. Finalmente regresó a la universidad con un beneficio neto de aproximadamente 25 mil dólares.

Pero para ser tratados como tal deben, primero, parecerlo, lo que no es fácil para algunos. Para Aponte, que era como andar de incógnito. “Sólo tienes que pasar esa prueba inicial donde te evalúan y piensan: ‘OK , ¿este es alguien del que vamos a sacar un montón de dinero? ‘”.

Cuenta que la habilidad para las matemáticas no era un problema para cualquier persona en el MIT, pero “lo importante era estar a gusto, ser capaz de lidiar con la atención, porque el dinero atrae la atención”.

Como asiático, Aponte dice que tuvo una gran ventaja. “Realmente interpretamos el papel del estereotipo de que los asiáticos son grandes y locos jugadores. Así que mi historia normal era que yo venía de una familia rica y que yo era el hijo mimado”.

Y si los estudiantes pronto se acostumbraron a disfrutar de las ventajas de la vida del casino, se relajaron al llevar una alta suma de dinero encima. A veces el relajo fue demasiado.

Una noche, algunos miembros del equipo llegaron de un viaje de juego en Las Vegas directamente a una sesión de práctica en las aulas del MIT. Uno puso una bolsa de papel café debajo de su silla.

A las 06:00 de la mañana siguiente Kaplan recibió una llamada telefónica. “¡No vas a creer lo que he hecho!”, le dijo el estudiante. “¿Sabes que cuando regresé de Las Vegas tenía US$ 125.000 en una bolsa de papel? Bueno, fui al aula y me olvidé por completo de ella. Volví corriendo y no está allí”.

 

Fuente: BBC Mundo