¡Llegamos al final del embarazo, y de este Diario Maternal!

El reposo y los cuidados de las últimas semanas nos han permitido llegar a la semana 37. En la última revisión médica me han dicho que a partir de la próxima semana suspenderemos los medicamentos y esperaremos el momento en que el bebé quiera llegar. Día a día, hora con hora, crece la expectativa: ¿Cuándo llegará? ¿Cómo será? ¿Qué pasará?

Preparando su llegada

RRO y yo no somos los únicos que esperamos con ansia y alegría la llegada del pequeño, nuestras familias y amigos también. Hemos recibido muchísimas muestras de cariño, apoyo, regalos, consejos y bendiciones de todos y cada uno de ellos que nos han hecho sentir muy acompañados en este proceso donde todo es nuevo.

La casa continua en remodelación y el cuarto del bebé aún no está listo pero mi hermano y mi cuñada se han encargado de que el pequeñito ya tenga donde dormir sus primeros meses y le han regalado un bellísimo moisés.

A mi padre lo he soñado casi todos los días de este último trimestre, aunque físicamente no está aquí siento que de algún modo me está acompañando en esta aventura, sin embargo por momentos no dejo de sentir tristeza al saber que no podrá cargarlo en sus brazos como era su ilusión.

He diseñado una tarjetita electrónica para avisar que ya estamos en el hospital porque no creo que me dé tiempo para estar enviando mensajes a todos; la última columna de esta serie ya está con ustedes y estoy preparado la maleta con las cosas para el hospital. Ahora sólo queda esperar.

Cada día más redondita. Por las noches con un poco de malestar que va y viene. En el día por momentos muy animada y sintiéndome físicamente bien, y al poco rato con sensaciones raras en el cuerpo y mucho cansancio. ¿Estaremos listos?

Se dice que nunca se está lo suficientemente preparado para ser padres, que no existe el “mejor momento” y aquí estamos.

Mentiría si digo que no estoy preocupada por el momento del parto y lo que venga después, me pregunto cómo reaccionará mi cuerpo en ese momento, cómo lograré recuperarme, estoy a la expectativa de comprobar el dicho popular de “les ves su carita y todo se te olvida”.

Mamá antes de los 35

Por una cosa o por otra el ser mamá se había postergado año con año, sin embargo en mis locos sueños me decía que si era posible quería ser mamá antes de los 35. Hoy aquí estamos, festejando el cumpleaños 34 aún con mi panza, feliz porque viendo en retrospectiva todo parece tener sentido y encajar perfectamente en el rompecabezas de la vida. No cabe duda que la vida da regalos inesperados sólo que a veces es necesario que estemos dispuestos a recibirlos.

Todo tiene un principio y un final. A veces los principios suceden sin que uno se dé cuenta, en algunos casos, el final es el nuevo principio de otra etapa, de otra temporada. Es increíble lo rápido que pasa el tiempo, así sin pensarlo mucho, en un abrir y cerrar de ojos estaremos ingresando al “club de papás primerizos”, pronto le daremos la bienvenida a

Emiliano, nuestro mayor regalo. Gracias por acompañarme durante estos meses en esta aventura.