“Llegó la hora de nuestra independencia” asegura el líder palestino en la ONU

En una histórica jornada en la 66ª Asamblea de Naciones Unidas, el presidente palestino culpó a la “muralla política” israelí por el fracaso de las negociaciones y aseguró que “es hora que el pueblo palestina tenga su independencia“; antes presentó formalmente el pedido al secretario general Ban Ki-Moon para que la ONU reconozca al Estado de Palestina como miembro pleno.

Abás anunció que Jerusalén será la capital del Estado palestino una vez que haya logrado ser miembro de pleno derecho de Naciones Unidas: “La capital será al Quds Al Sharif“, el nombre en árabe de Jerusalén, señaló. También pidió a “todos los miembros del Consejo de Seguridad votar en su favor” e indicó que el futuro Estado palestino tenga las fronteras previas al 4 de junio de 1967, lo que incluye Cisjordania, Jerusalén este (en donde vive casi medio millón de colonos israelíes) y la franja de Gaza.

Bajo una fuerte lluvia de aplausos, el líder palestino apuntó contra el gobierno de Israel por la obstrucción en las negociaciones de paz pero también denunció la continúa “su campaña destructiva y su limpieza étnica” y repitió que “nadie puede ignorar nuestra solicitud de afiliación plena a la ONU“.

La temperatura política de la Asamblea General también subirá con el esperado discurso de Netanyahu, quien encabezó junto a Obama la ferviente actividad diplomática desatada estos días para desactivar el intento palestino.

En el caso más que probable de que la solicitud de reconocimiento como un estado con derecho a voto sea vetada en el Consejo de Seguridad, los palestinos tendrán el apoyo de la asamblea para que se los reconozca como un estado observador, estatus idéntico al que tiene El Vaticano.

Israel advirtió que los palestinos obtendrán sólo un “pedazo de papel” si logran que se los reconozca como un estado observador, dado que sólo les otorga derecho a voz, pero no a voto. Obama y su par francés, Nicolas Sarkozy, instaron ayer a los palestinos a no pedir el reconocimiento de su Estado en el Consejo de Seguridad, en un agónico esfuerzo conjunto por evitar una confrontación diplomática.