Los papas, en los puestos de venta de souvenirs, se convierten en estampas, postales, bustos en los que su cabeza asiente o niega impulsada por un muelle. Hay para todos los gustos y presupuestos: un imán, 3 euros, dos rosarios y los bustos más sofisticados marcan un precio de 25 euros.
Angelo comenta que el negocio no va bien estos días. “Con el cónclave, la gente está confundida, va y viene a las pantallas gigantes que muestran la fumata… No se paran a comprar”. Angelo un vendedor en la plaza San Pedro del Vaticano dice que si algo llama la atención de los puestos callejeros que rodean a San Pedro es la casi omnipresencia de Juan Pablo II, cuyo rostro se repite en las cajas de los rosarios.
“Se vende mucho más que Ratzinger. Diría que la proporción es uno a 10. Juan Pablo estuvo 30 años como papa, marcó una época. Benedicto XVI fue un papa de transición”, dice este italiano que lleva más de 15 años en el negocio de los souvenirs vaticanos. Confiesa, que la mejor estrategia de mercadeo es tener la imagen de los dos últimos pontífices. Muestra un rosario con el retrato de ambos -uno en cada cara de la medalla- y dice: “Así no disgusta a nadie”.
Gianni, quien tiene un puesto móvil en el que la mercancía se transporta en un maletín de madera dice llevar 38 años vendiendo recuerdos ante la Basílica de San Pedro.
“Hay más periodistas que clientes. No va bien el negocio. Será la crisis”, cuenta. Detrás de él, la estructura de un enorme plató de televisión plagado de cámaras, focos, reporteros con micrófonos en mano. Según el Vaticano, hay más de 5.600 trabajadores de los medios acreditados para cubrir el cónclave.
Fuente: BBC Mundo