¡Madre e hija pesan lo mismo! Una padece anorexia y la otra obesidad

Después de sufrir de anorexia la mitad de su vida, Rebecca Jones pesa poco más de 31 kilos; esto es menos de lo que pesa su hija de 7 años, Maisy. La alarmante delgadez de Rebecca es aún más dramática cuando se pone ropa idéntica a la de su hija,

La secretaria médica sobrevive con sopa, pan tostado y bebidas energizantes, a pesar de que los médicos le han advertido que la falta de nutrientes podría matarla. Al mismo tiempo, ella  incentiva a su hija a disfrutar de chocolates y pasteles.

“Ponerme la misma ropa que Maisy me hace sentir orgullosa”, dice Jones. “Está mal, pero me hace sentir bien. No creo que esté delgada, siempre me he visto grande”.

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Su desorden alimenticio empezó cuando se divorciaron sus padres, a la edad de 11 años. El abuso de  comida ocasionó que llegara a los 95 kilos, razón por la que se burlaban de ella en la escuela y perdió la confianza en si misma.

A la edad de 13 años, “básicamente dejé de comer”. Después de una drástica pérdida de peso, sus amigos la felicitaron por su figura y su familia no se dio cuenta del peligro. “Mi mamá creyó que había perdido mi ‘grasita’ de bebé; yo era más feliz”.

Rebecca weighs just 5st and says fitting into her daughter's clothes gives her a 'sense of pride'

En 2 años, su peso estaba en los 50 kilos, y dejó de tener periodos. “A veces estaba tan débil que no podía salir de la cama”, dice.

Conoció al padre de Maisy a los 19 años cuando estudiaba en la Universidad de Manchester. Ella asumió que la anorexia la había dejado infértil y no se dio cuenta que estaba embarazada hasta que sintió una patada. Un ultrasonido reveló que tenía 26 semanas de embarazo.

“No tenía idea”, le dijo a la revista ‘Closer‘. “Seguía siendo talla 6, no había ganado nada de peso y mi estómago estaba plano”.

Los doctores le insistieron para que comiera pollo y proteínas, y que tomara vitaminas para ayudar al bebé, pero su estómago no estaba acostumbrado a eso. “Mi novio trataba de tentarme a comer, pero mi estómago estaba tan acostumbrado a comer muy pequeñas cantidades, que la comida nutritiva me enfermaba”, dice Jones.

Subió solo 3.5 kilos durante el embarazo.

A pesar de eso, Maisy nació saludable, aunque pequeña, y su madre no producía leche para alimentarla. Después de separarse de su pareja, Jones entró en una dieta de prácticamente puro líquido que la llevó a 31 kilos.

Ahora su hija la a sobrepasado en su peso, mientras disfruta pasteles, papas y pizza. “Es maravilloso verla disfrutar pasteles. Yo le he dicho que tengo un desorden alimenticio y ella sabe que es algo malo”, dice Jones. “Y si quiere chocolate, le digo que sí; no quiero negarle comida”.

Los médicos le han advertido que está en riesgo de sufrir un ataque cardíaco fatal si no sube de peso. “Estoy aterrorizada de no ver a Maisy crecer”, dice. “Me encantaría comer; no puedo pensar en nada mejor que ir con Maisy a comer, pero no puedo”.
Fuente: Daily Mail