Memorias de un narcotraficante moribundo

A sus 63 años, Jon Roberts ha sobrevivido a emboscadas, balaceras, y peleas, pero sabe que no podrá vencer el cáncer que lo aqueja y que lo mantiene encerrado en su casa de Miami, donde vive con su esposa Noemi y su hijo Julian, producto de una relación anterior.

“Es frustrante que sea esto lo que va a acabar conmigo” dice Roberts, que en sus mejores años fungió como el enlace del narcotraficante Pablo Escobar en Miami, a donde, calculan las autoridades, introdujo unas 56 toneladas de cocaína, valuadas en 2 mil 300 millones de dólares.

Roberts recibió una condena orignal de 3 siglos, pero gracias a la información que proporcionó a las autoridades, logró reducirla a 3 años.

En su libro, ‘American Desperado‘, que salió a la venta el pasado 1º de noviembre, Roberts asegura que la CIA se hizo de la vista gorda con sus operaciones, y que lo llamó en el 84 para contrabandear armas a la guerrilla anti sandinista en Nicaragua.

No tiene reparos en decir que no se arrepiente de nada de lo que hizo, después de todo, “no hice daño más que a criminales como yo”. Incluso admite que extraña su antigua vida: era uno de los hombres más ricos de Miami, tenía casas, autos, mujeres, los políticos lo buscaban, incluso trabajó con el Partido Republicano.

Ahora se conforma con poco;  las quimioterapias le han quitado las ganas de salir de casa, y pasa el tiempo apostando a las carreras de caballos en internet; espera que su esposa y su hijo puedan vivir cómodamente con las regalías de sus memorias. Sobre éste, asegura que no quiere que siga su camino.

Una película sobre su vida, protagonizada por Mark Whalberg, está en producción. “No sabía si iba a llegar a ver publicado mi libro y lo he conseguido”, afirma Roberts. “Ahora espero aguantar hasta que salga la película”.

Fuente: BBC