Antonio Jiménez-Barca
En enero pasado, Claude Picasso, hijo del pintor Pablo Picasso y administrador de su herencia, recibió una misteriosa carta. En ella, un tal Pierre Guennec le pedía un certificado de autenticidad de 26 obras del pintor, acompañada de unas fotos de no muy buena calidad. Intrigado, Claude se reunió con él.
Para su sorpresa, Guennec llegó a verlo a París con una maleta con unas 271 obras de Picasso, con un valor de 70 millones de euros. Cuando le preguntaron de dónde las sacó, él aseguró que habían sido un regalo, pues en los últimos tres años de la vida del pintor le hizo varios trabajos eléctricos en su casa, como instalarle alarmas.
Claude Picasso lo denunció inmediatamente por robo, ya que “es cierto que Pablo Picasso era bastante generoso, pero fechaba, firmaba y dedicaba siempre sus donaciones, porque sabía que algunos las venderían para afrontar sus necesidades”. Y las obras que presentó Pierre Guennec estaban todas sin firmar ni datar, e incluso sin terminar.
Actualmente las obras están en custodia de la policía, y Pierre y su esposa enfrentan una dura batalla legal con los herederos de Picasso. Por qué esperaron tanto tiempo para sacarlas a la luz, es algo que los abogados de la familia creen saber: para eludir la cárcel por la prescripción del delito.