No te creo ¿dónde estabas?

 

La violencia no siempre es física; algunos medios dicen que más de la tercera parte de los jóvenes, son víctimas de maltrato psicológico, pero otros cálculos llegan al 76%.

A veces toleramos conductas como celos sin fundamento, llamadas incesantes o control económico, confundiendo el abuso con un sacrificio que debemos hacer porque nos sentimos culpables. (¿de qué? eso depende de cada quién)

Poco a poco, esa dinámica va mermando tu autoestima; terminas por creer que no eres digno de confianza, que ninguno de tus proyectos es tan importante, o que nada de lo que haces está bien. Lo peor del caso es que los episodios de violencia se intercalan con periodos de felicidad que nublan una visión objetiva del asunto. Si algún día logras salir de esa relación, las secuelas duran mucho tiempo.

Lo más difícil es aceptar que algo está mal, y darle importancia a cómo te sientes. Existen relaciones en las que no se sufre y todo el mundo puede tener una (aunque suene ridículo). Es cuestión de salir de la rutina y quitarte el miedo a “no estar tan bien con nadie más”. Eso nunca es cierto.