Lo peor que puedes hacer es buscar indicios de infidelidad si no hay nada que la sugiera. Aguántate las ganas de ver sus mails o revisarle el celular cuando va al baño (si lo deja).
El que busca encuentra, sobre todo porque esperas toparte algo incriminatorio y verás sospechoso cualquier mensaje. Si no hay nada, ¿te sentirás mejor y confirmarás que tu pareja es una buena persona? Lo preocupante es que lo dudes. ¿Por qué estás con alguien en el que no confías? Mejor, en lugar de buscar pruebas del engaño, busca el teléfono de un psicoanalista.
Y si ya estás hurgando en sus cosas, debes estar preparado para lidiar con algo que no te puede gustar. Antes de meter la nariz donde no debes, pregúntate: ¿cuál será mi reacción? Y si no tienes la certeza de que puedes terminar tu relación en ese momento, ¿para qué sufrir desde antes? Ignorancia es igual a felicidad, así que no meterte donde no te llaman te garantiza sanidad mental.
Ahórrate todo eso y mejor confía (difícil recomendar algo así). Si ya estás en el viaje, disfrútalo. Si no, mejor ni te metas. Y recuerda: no hagas a otros lo que no quieres que te hagan. Puedes dar pie a revanchas y peleas innecesarias.