Opinión: Mátame suavemente, Vianey Esquinca (Excélsior)

Pedir la anulación de la elección presidencial por parte de Andrés Manuel López Obrador y su equipo no fue sino la declaración de una impugnación anunciada. Aunque la esperanza muere al último y hubiera sido deseable que fuera de otra manera, nadie que haya seguido la trayectoria del tabasqueño podría pensar que de un día a otro, el otrora amoroso candidato se iba a despertar diciendo “oh cielos, creo que me equivoqué y Quique ganó realmente la elección presidencial; es tiempo de reconocerlo y brindar mi mano amiga en señal de reconciliación”.

Lo que es de sorprender es la estrategia de comunicación del tipo “mátame suavemente”, tan efectiva que el Peje y su equipo han seguido para estirar y estirar y estiraaaar el conflicto y lograr acaparar las primeras planas y la cobertura informativa. La izquierda ha utilizado la comunicación como arma letal de propaganda.

Aun cuando es previsible que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federacion (TEPJF para los cuates) ratifique a Enrique Peña Nieto como ganador de las elecciones, pues a juicio de distintos expertos las pruebas que tiene la Coalición Movimiento Progresista no son suficientes para anular la elección, no deja de hacer daño la estrategia de la izquierda.

Ha logrado sembrar la cizaña y la sospecha ante los resultados; ha puesto al PRI a la defensiva, ha conseguido poner la duda en la agenda pública y satanizar a Soriana y a Monex como los cómplices más diabólicos de las villanías; incluso la tienda departamental ha tenido una caída significativa en el valor de sus acciones. Por si eso no fuera suficiente, aparece un día sí y otro también en las portadas. Sí de algo no puede acusar López Obrador en este momento a los medios es de cerco informativo.

Eso es lo que se llama la administración del conflicto para parvulitos 1 y 2. Cada anuncio que hacen tiene segunda y tercera parte. El jueves, por ejemplo, dieron conferencia de prensa para anunciar que pedirían la anulación de la elección; ahí adelantaron que a mediados de la próxima semana darían a conocer el Plan Nacional de Acción para defender la democracia. Hoy domingo se espera un evento multitudinario de apoyo a López Obrador en el Zócalo, o sea que tienen garantizada la cobertura de la semana y mantienen —literalmente— a los medios en las orillas de sus asientos y a la gente que ha seguido el caso mordiéndose las uñas.

Como si fuera historieta de héroes en fascículos, las preguntas no se hacen esperar: ¿A qué se refieren con una oposición pacífica? ¿Tomará Avenida de la Paz?, ¿o bloqueará pacíficamente Reforma? ¿Que sea pacífica significa que quedan descartadas avenidas como Revolución o Insurgentes, por aquello del nombre revoltoso que tienen?

¿Logrará detener el TEPJF la furia de la izquierda? ¿El Peje se cruzará de brazos o preparará otro plan maquiavélico? ¿Logará finalmente el tabasqueño conquistar el mundo? ¿El PRI contraatacará? ¿Quién podrá defendernos?

Parece ser que los partidos que forman la coalición de izquierda saben que alargar el conflicto los mantiene pegados al tanque de oxígeno; entonces la jugada es prolongar todo lo que se pueda la comunicación para que cuando la gente  despierte de sus vacaciones el conflicto todavía esté allí.

El PRI por su parte se había mantenido a la expectativa, como chinitos nomás milando, pero parece ser que ya entendió que dejarle el terreno al PRD es sólo abonar en la percepción de que la elección aún no acaba. Entonces el jueves salió a dar una conferencia de prensa después de la de López Obrador para decir su veldá y logró más o menos empatar el marcador en los medios, por lo menos ese día.

Habrá que ver qué otras salidas y propuestas tiene el tricolor para equilibrar la cobertura informativa. Tiene el enorme reto de no sólo estar a la defensiva de lo que le dicta la agenda del Peje, sino ponerse a la ofensiva, generar su propia información. Mientras que el PRD y los partidos de la coalición deben ser lo suficientemente creativos como para seguir con esta exitosa cobertura y no sonar a pan con lo mismo o hartar a los medios.

Así, pues, la impugnación jurídica también se ha convertido en una batalla mediática donde, sí, el que tiene más saliva traga más pinole.