“Osama Bin Laden ha muerto y fue enterrado hace 10 días”.
Esta revelación fue publicada el 26 de diciembre de 2001, por The Observer pakistaní y por el periódico egipcio Al- Wafd en su No. 4633. La noticia cuenta que 30 miembros del grupo Al Qaeda, así como familiares y amigos de Osama, fueron testigos del entierro, que sucedió en las montañas de Tora Bora.
En México, también existen todo tipo de versiones sobre los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y el Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, por citar sólo algunas muertes misteriosas de la historia reciente de nuestro país.
En enero de 2002, el entonces presidente de Pakistán, Parvez Musharaf, dijo a CNN que Bin Laden murió porque ya no pudo obtener el tratamiento de diálisis que necesitaba para su enfermedad de riñón. Musharraf expresó que Osama había introducido a Pakistán dos máquinas para diálisis, pero no creía que hubiera podido hacer lo mismo en las montañas de Tora Bora.
También mencionó que en el último video en el cual observó a Bin Laden dando un discurso, el 7 de diciembre de 2001, el líder de Al Qaeda lucía demacrado.
La versión de Musharaf fue confirmada por Sanjay Gupta, médico y corresponsal de CNN especializado en salud; al analizar esa cinta dijo que “lo gris de su barba, lo delgado de su figura y la palidez de su piel indican una enfermedad severa, en toda la entrevista nunca movió su brazo izquierdo y está recargado del lado derecho, lo que indica la presencia de un ataque agudo”.
“La hemodiálisis está reservada para pacientes en etapa terminal de fallo renal. Y si te separas de la máquina de diálisis, las cuales requieren de electricidad y agua purificada (difíciles de encontrar en las montañas de Tora Bora), la infección es un riesgo muy alto, se puede sobrevivir sólo unos días o una semana a lo más”, agregó Gupta.
Fuente: vocesdelperiodista.com.mx