En San Miguel del Puerto, en la costa de Oaxaca, los padres de familia han tomado las riendas de las escuelas del lugar. Los maestros de la sección 22 no tienen el control e incluso son obligados a trabajar, a dar clases y no estar en paro.
En este municipio de solo 7 mil 500 habitantes, a hora y media de Huatulco, los padres de familia decidieron apoderarse de las tres escuelas del pueblo y amenazar a los 14 maestros de la CNTE con correrlos de la comunidad si dejaban a sus niños sin clases.
Desde hace tres años los maestros no han dejado de de dar clases, aunque sea “bajo amenaza”.
“Los de la 22 trabajan porque también los padres tienen cierta condición sobre ellos: si se van a paro, definitivamente se van del municipio”, dice Cecilia Cervantes, integrante del Comité de Padres de Familia.
“Hablamos con los maestros de la manera más atenta para que se quedaran a trabajar, que ya no queremos más paros, pero ellos decidieron que se iban a paro y, por lo tanto, los padres de familia tomamos la decisión de quitar los candados, cambiarlos y no dejarlos entrar a las escuelas, porque estamos hartos de paros, si de por sí es un pueblo bastante olvidado por el gobierno, que por lo menos nuestros hijos tengan una educación buena”.
Con la advertencia de los ciudadanos, desde que comenzaron los conflictos magisteriales contra la reforma educativa, los padres se apropiaron de sus escuelas y confiarles al resto de los alumnos (220) a solo tres maestros de la sección 59 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), a la que la 22 llama espuria, y a otros cuatro docentes comunitarios, a los que la misma gente del pueblo les proporciona dinero para pasajes y alimentos, y a quienes el Ieepo no reconoce ni les paga.