Habían transcurrido ya cuatro votaciones y dos fumatas negras cuando en la quinta votación, los escrutinadores comenzaron a leer los nombres que fueron escritos como candidatos para ser Pontífice.
“Bergoglio”, se escuchó una vez, relató el Cardenal irlandés, Sean Brady, “Bergoglio, Bergoglio, y de repente el número mágico de 77 llegó”. Inmediatamente los Cardenales electores comenzaron a aplaudir.
Fue en la quinta votación que Bergoglio se impuso, no sólo con los votos de los Cardenales latinoamericanos, sino también de un grupo grande de leales a Ratzinger que había apoyado a Scola.
Los 115 Cardenales electores se enfocaron en buscar un Pontífice capaz de enfrentar la crisis causada por los escándalos globales de abusos de menores, la filtración de documentos conocida como “Vatileaks”, la cual reveló intensas rivalidades y presunta corrupción en la Curia, y el aumento del secularismo, en especial en Europa.
“Buscábamos un Papa que fuera espiritual, un pastor. Creo que con el Cardenal Bergoglio tenemos esa clase de persona”, dijo el Cardenal francés Jean-Pierre Ricard.
Como marca la tradición, un Cardenal preguntó a Bergoglio si aceptaba el cargo.
“Soy un pecador, pero ya que me han otorgado este cargo, lo acepto”, dijo el argentino, de acuerdo con tres Cardenales franceses.
Bergoglio pidió llamarse Francisco y se fue a poner el hábito papal a la “Sala de las Lágrimas”, llamada así porque quienes han estado ahí no han podido evitar llorar ante la enorme tarea que se les ha encomendado.
En el mundo de los Cónclaves, mantener el bajo perfil hasta último momento es considerado una ventaja, según el dicho popular “el que entra Papa sale Cardenal”, en referencia a cómo los candidatos que suelen considerarse con más posibilidades salen generalmente abatidos.
Bergoglio, un jesuita conocido por su humildad y frugalidad, parece tener las dos cualidades que los Cardenales dijeron que buscaban: herramientas pastorales como para revitalizar la Iglesia y el potencial de poner en orden el disfuncional Gobierno de la Curia.
Cuando Bergoglio regresó a la Capilla ya vestido como Pontífice su primera acción fue ir hasta atrás del salón a donde se encontraba un Cardenal en silla de ruedas para saludarlo.
Luego, ayudantes llevaron una plataforma con una silla blanca para que Francisco se sentara y fuera saludado por cada uno de los Cardenales, quienes deben mostrarle sus respetos.
Sin embargo, el Papa Francisco rechazó ese ritual y saludó a todos al mismo nivel.
Bajo perfil
Bergoglio mantuvo un bajo perfil de cara al Cónclave. Todos los Cardenales tienen una “iglesia titular” en Roma, pero Bergoglio no realizó misas el domingo previo al inicio del Cónclave, a diferencia de los “papables” Angelo Scola, de Milán, y Odilo Scherer, de Brasil.
Fuentes con conocimiento del tema dicen que Bergoglio no parecía estar buscando el Papado esta vez.
Bergoglio era el único jesuita en el Cónclave y varios miembros de la orden en Roma han mostrado su estupefacción por la elección del Papa.
También habría alentado la decisión de designar al primer Papa no europeo en casi mil 300 años y en nombrar a un austero prelado de Latinoamérica, donde viven cerca de la mitad de los mil 200 millones de católicos, y con muchas mejores herramientas comunicacionales que Benedicto XVI.
Carlo Marroni, el corresponsal en El Vaticano del diario italiano il Sole 24 Ore, dijo que en la primera elección los votos estaban divididos entre Scola, el Cardenal canadiense Marc Ouellet y Bergoglio, levemente más atrás.
Sin embargo, al día siguiente el apoyo por Bergoglio creció y siguió aumentando durante las dos votaciones de la mañana y la primera de la tarde, dijo el periodista.
Para la hora de la última votación, la quinta, Bergoglio se impuso no sólo con los votos de los Cardenales latinoamericanos, sino también de un grupo grande de leales a Ratzinger que había apoyado a Scola, dijo Marroni.
Fuente: Agencias