Película porno hecha por feministas, ¿cómo sería?

En un hotel en Toronto, Canadá se encuentran tres estrellas del cine porno en varios grados de desnudez coreografían la escena de sexo que están a punto de filmar.

El grupo está conformado por un hombre, una mujer y un hombre transgénero, lo que abre un mundo de posibilidades sexuales.

“Entonces, ¿qué vamos a hacer?”, le pregunta James Darling, el artista transgénero de 26 años, a sus coestrellas Wolf Hudson y Zahra Stardust. “¿De qué tienen ganas?”.

El trío intercambia ideas sobre vestuario y utilería y negocian lo que está permitido y lo que no, en una conversación sobre sexo tan franca y detallada que hace que un visitante se estremezca y decida no despegar los ojos de su cuaderno.

Se deciden por una historia tan inverosímil que bordea en la parodia: algo acerca de una mujer que contrata a un prostituto, y que termina con que Darling y el otro hombre se presentan al mismo tiempo. Las luces y las cámaras se encienden y la ropa cae.

El grupo forma parte de los más de 250 artistas, cineastas, fanáticos e investigadores académicos de la pornografía que se reunieron en Toronto el mes pasado en un encuentro internacional de pornógrafos feministas.

En una ceremonia de entrega de premios y una conferencia académica en la Universidad de Toronto celebraron los logros de un género pequeño, pero que está creciendo, y debatieron qué significa para su pornografía ser feminista.

“Si es posible tener relaciones sexuales en una forma feminista, es posible filmarlas en forma feminista”, dice Pandora Balke, una trabajadora sexual de 29 años de Londres, Reino Unido, quien también se dedica a la actuación en el género porno.

Carlyle Jensen quiere promover aquella pornografía que pueda recomendarle a sus clientas.

En años recientes, productores y artistas del porno se han transado por un acuerdo informal sobre cómo filmar pornografía que empodere, en vez de degradar, a las mujeres y que muestra una auténtica sexualidad femenina, en vez de las supuestas fantasías del hombre heterosexual estereotípico.

Entre otras cosas, los pornógrafos femenistas dicenq ue le dan a los artistas un poder de decisión significativo sobre el tipo de relaciones que tienen en la pantalla y los animan a disfrutar genuinamente.

“Los artistas pueden negociar qué clase de prácticas más seguras quieren hacer -si quieren usar protectores bucales o condones o guantes-, qué clase de actividades sexuales están dispuestos a llevar a cabo, pueden elegir sus compañeros de escena”, dice Stardust, una australiana bronceada que está sacando un doctorado en la Universidad de New South Wales.

Estéticamente, el porno feminista prescinde de muchos de los clásicos del porno tradicional: la primacía del clímax masculino, la representación de las mujeres como objetos sexuales dedicadas al placer de la pareja masculina, los ángulos de cámara de “mirada masculina” que se enfocan sobre el cuerpo tendido de la mujer mientras que “desenfundan” el pene.

“Ves más los cuerpos y rostros de la gente y se asume menos que una persona o un género es el centro de atención, por sobre el otro”, dice Tristan Taormino, un prominente pornógrafo feminista, autor y organizador de la Conferencia de Porno Feminista de la Universidad de Toronto.

Jennifer Lyon Bell, fundadora de Blue Artichoke Films, en Amsterdam, dice que el porno feminista promueve los objetivos generales del movimiento feminista.

 

Fuente: BBC Mundo