La Ciudad de México corre peligro ante un sismo equiparable o mayor al registrado en 1985 (8.1 grados en la Escala de Richter), debido a la exagerada extracción de agua de los mantos acuíferos.
Ésta es la advertencia de la sismóloga Ana María Soler Arechalde, quien dice que hacen falta estudios en el subsuelo para medir la magnitud sísmica y poder tomar medidas al respecto.
La amenaza viene de una brecha detectada en Guerrero, la cual no ha liberado su energía, pero al hacerlo se estima que la magnitud del sismo llegue por lo menos a los 8.2 grados en la Escala de Richter.
“Hemos extraído de los mantos tal cantidad de agua desde 1985, que tendríamos que repetir los estudios del subsuelo para ver la respuesta frente a un sismo de estas magnitudes”, explica la directora del Museo de Geofísica de la UNAM.
Detalló que las empresas constructoras, encargadas de grandes edificaciones, tienden a realizar estudios para conocer las condiciones del suelo de la zona planificada, pero no es así para edificios menores y son más propicios a colapsar frente a un temblor.
“Hace falta replantear las normas constructivas, pues la extracción es mayor a la recarga en los mantos acuíferos”, agrega Soler Arechalde.
Los estudios de subsuelo a que se refiere la especialista consisten en generar ondas sísmicas con herramientas y personal capacitado, que den cuenta de la respuesta del suelo en caso de emergencia.
Tras los sismos de aquellos años se realizaron este tipo de estudios en donde se planeaba construir edificios, sobre todo en zonas como la colonia Condesa, como una medida preventiva.
“Los ingenieros de estructuras son muy conscientes de este peligro, pero los constructores menores no se detienen a pensar la posibilidad de analizar una zona y construyen así como va”, dice la especialista.
Fuente: La Crónica