Peña Nieto recuerda cómo vivió el día que murió Luis Donaldo Colosio

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El 23 de marzo de 1994 es uno de los días más trágicos de la historia contemporánea de México.

Recuerdo claramente que, aquella tarde, me encontraba trabajando en Toluca, en el Palacio de Gobierno del Estado de México. En aquel entonces, era Secretario Particular del Titular de la Secretaría de Desarrollo Económico de la entidad.

En cuanto me informaron que “habían herido al candidato presidencial del PRI”, de inmediato suspendí lo que estaba haciendo y encendí la televisión para ver los noticieros.

Fueron horas de incredulidad e incertidumbre. Más tarde, al confirmarse que Luis Donaldo Colosio había fallecido, me invadió una enorme tristeza, por sus seres queridos, por mi partido y por México.

El país estaba conmocionado ante la noticia. Todos pensábamos que ya se habían superado esos episodios de violencia en nuestra historia. El último magnicidio en México, había ocurrido 66 años antes, con el asesinato del presidente electo Álvaro Obregón.

Sin duda, aquel 23 de marzo, México perdió a un gran líder. Colosio era un hombre de servicio, un hombre de familia, que provenía de la cultura del esfuerzo. Era un político visionario, que representaba un cambio con responsabilidad.

Afortunadamente, Colosio nos legó sus ideas e ideales; su deseo de transformar a México.

Colosio creía en un México con paz y tranquilidad. Veía además un país con hambre y sed de justicia, un México que debía ser más incluyente.

Luis Donaldo también advertía que la educación era la batalla más grande para ganar el futuro y que el crecimiento económico, debía darse a partir de la estabilidad.

Él quería transformar a México y hacerlo a partir de las instituciones.

Y esa guía que Colosio nos dejó hace 20 años, sigue siendo vigente.

Desde el Gobierno de la República, estamos impulsando transformaciones por la vía democrática; estamos trabajando por un México en paz, incluyente, con educación de calidad y más próspero.

Ese México de justicia, equidad, prosperidad y paz que él veía, sí es posible alcanzarlo y debemos seguir trabajando por él. Colosio se atrevió a soñarlo. A los mexicanos de hoy, nos corresponde hacer nuestro mayor esfuerzo para hacerlo realidad.

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