Te pasaste una semana preocupado pensando en cuál sería el mejor regalo para tu jefe y si debías gastar más del monto acordado el día que repartieron los papelitos. Por fin vas a saber qué contiene la bolsa más grande, que opaca a todos los demás paquetes, pero lo más importante, sabrás si le atinaste a los gustos de tu jefe.
Los segundos previos a sacar el regalo son definitivos, si no te preparas psicologicamente para controlar cada músculo de tu rostro puede que tu cara revele que no te gustó ni tantito el pisapapeles en forma de carreta que te dieron. No hay forma de quedar satisfecho con los regalos; aunque describas lo que quieres (y sobre todo en ese caso) no te van a dar lo que pensaste, y lo peor es que nunca incluyen la nota de compra para cambiarlo. Así empieza el círculo vicioso de los roperazos. ¿Qué es eso? Regalar algo que ya tenías en el clóset.
Yo acepto que he “forwardeado” cosas. Por ejemplo una taza decorada con changuitos de circo que terminó en casa de una tía. Y el peor regalo que he recibido fue en la primaria, con todo y que acordamos previamente un rango de precios, recibí un oso de los de Coca-Cola moldeado en plastilina.
Lo único que queda en estos casos es practicar tu mejor cara y recordar que los primeros segundos son definitivos. Aquí les dejo una canción de Garfunkel and oates perfecta para la ocasión
¿Qué es lo peor que les han regalado?