Si te estás resistiendo a comer una rebanada de la Rosca de Reyes porque subiste algunos kilos con los festejos de fin de año, anímate porque es una tradición.
Comer Rosca de Reyes el 6 de enero de cada año es una tradición del cristianismo que conmemora la llegada de los Reyes Magos al pesebre donde había nacido Jesús.
La historia cuenta que de Persia salieron los tres Reyes Magos para ir a adorar al Niño Jesús. Y según lo narra Marco Polo en su libro El Millón: “Los tres Reyes de la comarca se pusieron de viaje para adorar a un profeta recién nacido y llevarle tres ofrendas: oro, incienso y mirra. Si el profeta tomaba el oro, era rey terreno; si tomaba el incienso era un Dios; y si tomaba la mirra, era un médico.
Sus nombres: Melchor, Gaspar y Baltazar, ataviados con llamativas vestimentas salieron de Oriente cargados de regalos, oro, incienso y mirra, especialmente para el niño.
La costumbre de partir la rosca, que se origina en la Edad Media. En Francia comenzó a celebrarse esta fecha, cristianizando la costumbre pagana de “elegir un rey de las fiestas” Inspirado en el Eclesiastés, la gente se reunía en la noche familiar alrededor de una rosca de pan dulce adornada con azúcar y frutas cristalizadas, en la que habían escondido un haba, como símbolo de la huída de la persecución del rey Herodes.
Para los cristianos, la forma circular de la rosca simboliza el amor eterno de Dios, que no tiene principio ni fin.
El muñequito escondido dentro de la rosca simboliza al Niño Jesús, que los Reyes no encontraban porque la estrella desaparecía.
Esta costumbre de los cristianos de Palestina llegó a Europa y posteriormente a América.