Este lunes, en la madrugada (hora local), dio inicio la Cumbre del Cambio Climático COP21. Los líderes mundiales se encuentran en París para avanzar en la lucha.
Cada año, desde 1992, se celebra la conferencia de las partes con los negociadores tratando de componer un plan práctico.
Los gobiernos del mundo se comprometieron a recortar las actividades humanas que liberan gases de efecto invernadero, como la quema de combustibles fósiles. La dificultad está en conseguir que 195 países acuerden cómo lidiar con el asunto del cambio climático.
Este año, en París, es la última oportunidad para este proceso. Los negociadores dispusieron en 2011 que el acuerdo definitivo debía adoptarse antes del fin de 2015.
Asisten cerca de 40 mil personas de todo el mundo, la Cumbre se realizará durante dos semanas.
Una gran parte son delegados de los gobiernos, sobre todo funcionarios. Dependiendo del caso, van desde equipos de dos personas a varios cientos en el caso de los países más ricos.
El primer día los líderes políticos también se harán presentes, ofrecerán discursos y conferencias destacadas, entre ellos el Presidente de México, Enrique Peña Nieto.
Origen del nombre COP21
COP21 es la forma abreviada del inglés para la vigésimoprimera Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
Este larguísimo título fue creado en la cumbre celebrada en 1992 en la brasileña Río de Janeiro, donde por primera vez se reunieron los países preocupados por el cambio climático. Allí se acordó una convención que entró en vigor en 1994 y que ha sido suscrita por 195 países.
Puntos a tratar
El propósito final es un mundo donde las temperaturas no suban más de 2 ºC por encima del nivel en que estaban entre 1850 y 1899. Esa es la aspiración de largo plazo que ya se ha pactado.
El punto es que entre los países participantes hay diferencias de cómo lograr ese propósito.
Mientras los países en desarrollo dicen que quieren el derecho a seguir quemando petróleo y carbón hasta que terminen con la pobreza.
Los menos desarrollados argumentan que ahora es su turno, pues los ricos han tenido acceso sin restricciones a los combustibles fósiles por dos siglos.
Así que el acuerdo de París requiere encontrar un balance entre la necesidad de recortar esos gases con el derecho a usarlos.