“es más importante que nunca en una era en que el extremismo y el radicalismo violentos van en aumento y en que se amplían los conflictos caracterizados por un menosprecio fundamental de la vida humana”. En 1995, la UNESCO definió en la Declaración de Principios el término tolerancia como “el respeto y el saber apreciar la riqueza y variedad de las culturas del mundo y las distintas formas de expresión de los seres humanos”. “La tolerancia reconoce los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los otros; sólo la tolerancia puede asegurar la supervivencia de comunidades mixtas en cada región del mundo”, continúa el documento, el cual también describe a este valor “no solo como un deber moral, sino como un requerimiento político y legal para los individuos, los grupos y los estados”. Según el organismo, las amenazas de la tolerancia son: la injusticia, la violencia, la discriminación y la marginalización. Por otra parte, la educación es señalada como elemento clave para luchar contra estas formas de exclusión, asegura, así como un marco legal, el acceso a la información, la toma de conciencia individual y ofrecer soluciones locales primero para llegar a las globales después. “La diversidad de religiones, culturas, lenguas y etnias no debe ser motivo de conflicto sino una riqueza valorada por todos”, concluye la ONU. ¿Cómo se lucha contra la intolerancia? Con medidas legales que aplican sobre los derechos humanos; con educación, que forme a las generaciones desde pequeños, no sólo con datos sino con valores; y con acceso a la información, que impida la manipulación de la mente y que nos permita crear una conciencia individual.]]>