La renuncia del embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, no ha dejado de ser uno de los temas centrales en la agenda nacional, desde que ocurrió el sábado pasado. La versión oficial, es que se trató de un asunto personal; pero, dadas las circunstancias previas, hay dudas sobre si esto es verdad.
Hillary Clinton declaró que Pascual tomó esta decisión para no entorpecer la agenda bilateral. “No quería ser una distracción” reiteró hoy el vocero del Departamento de Estado estadounidense.
Lo cierto es que, a los ojos del mundo, esto parece ser consecuencia de los cables filtrados en Wikileaks, en los que Pascual critica duramente al Ejército mexicano. El presidente Felipe Calderón hizo público su disgusto, y el trabajo que le costaba trabajar con el ahora ex embajador. Las declaraciones que hizo respecto de los candidatos del PAN a la presidencia, también le restaron muchos puntos.
Otro episodio en la relación bilateral que no contribuyó a mejorar la imagen de Carlos Pascual ante Calderón, fueron los operativos ‘Rápido y Furioso’ y los aviones no tripulados que sobrevuelan nuestro país.
La cereza en el pastel fue de índole personal. Desde que llegó a México, Jorge Castañeda presentó al recién divorciado Pascual con la hija del diputado priísta Francisco Rojas. Según fuentes cercanas, esta situación molestaba profundamente a Calderón.
La renuncia de Carlos Pascual se dio debido a un conjunto de circunstancias que mermaron, desde el principio, su relación con el Gobierno Federal. Lo que es un hecho, es que el factor determinante fueron los cables de Wikileaks, aunque el gobierno de Estados Unidos se empeñe en decir lo contrario.
Fuente: Agencia EFE
