Procura tu bienestar, ¡apapáchate!

Cuando uno enferma lo mejor es ir al especialista y seguir las instrucciones para recuperar la salud, pero cuando uno anda relativamente “sano” (ya se sabe aquello de “no hay corazón desocupado”) y la vida transcurre en el ritmo de lo cotidiano es importante darnos tiempo para procurarnos bienestar y alimentar nuestro corazón, nuestra mente y nuestro espíritu, así, si llegan tiempos complicados nos encontrarán fortalecidos.

¿Te has dado cuenta que para celebrar a alguien muy querido organizamos un sinfín de actividades para agasajarlo y podemos pasar días y días buscando el mejor regalo? Y tratándose de ti:

¿Cómo celebras que estás vivo? ¿Qué tipo de regalos te das? ¿Cómo te consientes? ¿Cómo te procuras bienestar? ¿Cómo recargas las pilas después de un día ajetreado o de una semana intensa?

Y no me refiero a esperar a que sea el cumpleaños o ser consentidores al extremo al punto de malcriarnos, se trata de lo que hacemos para estar bien, y aún más, para estar mejor.

De ti para ti, ¿qué te regalarías?

Busca en tu infancia aquellas cosas que te hacían sonreír, divertirte y sentirte libre, piensa en cuál sería su “símil” ahora que ya eres un poco mayor y date tiempo para realizarlas.

Un día de campo, una siesta, salir a correr, disfrutar un helado, subirte a los juegos en un parque de diversiones, construir castillos de arena en la playa, armar rompecabezas, practicar un deporte, leer novelas o cómics, relajarte en un jacuzzi, salir a andar en bicicleta o en patines, pueden ser opción.

Que te parecería visitar a tus amigos o amigas, hacer alguna actividad juntos, ir al cine, visitar un museo, ir de excursión o quizás alguna de esas cosas que hicieron cuando se conocieron, ¿te acuerdas de aquellos días? Sin duda te proporcionaron alegría y hoy al recordarlo todavía puedes sonreír. Siempre será importante ir alimentando con nuevas experiencias nuestros días para tener recuerdos hermosos, recuerdos de días increíbles y soleados.

Haz una lista de esas cosas que disfrutas mucho, de esas que te dejan con una gran sonrisa y el corazón contento y liviano, de esas que te dan paz (aún mejor si se pueden conseguir con pocos recursos), se me ocurre ir a un concierto de música al aire libre, recorrer un lugar increíble o regresar a aquel lugar que te hace sentir feliz y conectado contigo mismo, caminar en un día soleado o en un atardecer comiendo un helado como si fuera de vacaciones (aún entre semana), una llamada a alguien de tu familia que siempre te levanta el ánimo, un café con un amigo, disfrutar de tu platillo favorito, subir una montaña, escuchar esa canción que te hace pensar “hoy es un buen día” y bailar.

No esperes a que sea un día especial, procura todos los días brindarte bienestar, creo que es el mejor regalo que te puedes dar.

Déborah Buiza G./Terapeuta y especialista en desarrollo humano